El régimen cubano ha saltado hoy con renovado brío a la garganta del Premio Nobel de la Paz y presidente de Costa Rica, Oscar Arias, quien con declaraciones cada vez más aceradas, erre que erre, pide la democracia en Cuba y desnuda de argumentos a La Habana.
La comparación que hizo Arias del enfermo lider cubano, Fidel Castro, con el recien fallecido dictador chileno, Augusto Pinochet, parece haber sacado de sus casillas a La Habana.
El gobierno cubano ha mostrado también su irritación porque Arias repatió leña a los mejores amigos de La Habana en América Latina, cuando afirmó que en el continente hay una «manada de irresponsables, demagogos y charlatanes que juegan con las aspiraciones de la gente».
Arias no citó expresamente nombres, pero La Habana parece por su reacción que les puso a todos cara. El gobierno de los hermanos Castro se muestra vivificado con el surgimiento de lo que llama «nuevos liderazgos progresistas» en América Latina.
El rosario de improperios que aparecen en un comunicado contra el mandatario costarricense, divulgado hoy, muestra el tamaño del enfado del régimen cubano. La nota oficial descalifica a Arias, entre otras cosas, como «servil papagayo del imperialismo yanki», «testaferro de Washington», «personaje vanidoso, mediocre y enfermo de protagonismo», «ególatra», «payaso oportunista», «vulgar mercenario» y «político de baja catadura». Le acusa hasta de haber hecho trampas en el proceso político y las elecciones que resultaron en su reelección, en febrero último.
Arias quizás sea hoy el gobernante de América Latina que más habla, y más alto, a favor de que en Cuba haya un cambio de régimen para llegar a la democracia y en contra de la «sucesión monárquica» de Raúl Castro por su hermano Fidel.
El mandatario costarricense y Premio Nobel de la Paz en 1987 no tiene pelos en la lengua ni se pierde en circunloquios. «No hay diferencias entre Castro y Pinochet», ha afirmado y explicó su porqué: «Fidel Castro empezó con el paredón matando a le gente que se le oponía. No hay ninguna diferencia [entre ambos]. El signo ideológico es diferente, pero ambos fueron brutales, salvajes y sangrientos», Y remachó: «El pueblo cubano no se merece la tiranía de 50 años» y «la libertad se ha alcanzado en todo el continente con excepción de Cuba».
«Cuba no es una democracia “diferente”, ni ha seguido un camino propio, escogido por el pueblo cubano», replica Arias a la alegación del castrismo sobre el «derecho irrenunciable del pueblo cubano a la autodeterminación de su organización política, social y económica». «Cuba —procloama Arias— es lisa y llanamente una dictadura».
Ambas partes se han dicho lo suficiente como para que hacer trizas unas relaciones diplomáticas, si no fuera porque La Habaja y San José rompieron las mismas en 1961, es decir, en los albores del castrismo.
Hacem unos meses Oscar Arias hizo campaña a favor del levantamiento del embargo económico que desde hace 44 años Estados Unidos mantiene sobre Cuba y para la devolución al gobierno de La Habana de la base de Guantánamo, a cambio de que haya señales claras de apertura a la democracia en la isla.
Estados Unidos había dicho en agosto eso mismo, reiterando una oferta que el presidente George W. Bush había hecho en 2002, cuando aseguró que «si los cubanos estaban listos para (...) crear un mecanismo y un camino hacia las elecciones, entonces, en consulta con el Congreso trataremos de hallar los medios de levantar el embargo».
La oferta fue, obviamente, rechazada sin contemplaciones por La Habana, que ve en el llamado «Plan Bush» para Cuba la trampa de una «agresión militar» y un «plan de anexión de Estados Unidos contra Cuba», en el que Arias, a jucio de La Habana, se ha entregado a la «deleznable tarea» de actuar como «testaferro de Washington».
Francisco R. Figueroa
27/12/2006
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