A. Latina alumbra un foro antiyanqui

Entre gritos de «¡sea varón; dé la cara!» y «¡vete al carajo!» nació con pelambrera antiestadounidense, en Playa del Carmen (México), el martes 23 de febrero, un nuevo organismo, aún sin rostro, nombre ni forma, para la unidad de América Latina.

La casa común latinoamericana siempre ha sido una quimera porque los buenos propósitos expresados durante 200 años por sus líderes chocaron con los fuertes y abundantes antagonismos en la región, como el encontronazo, en la misma sala mexicana del parto, entre Álvaro Uribe, cuestionando la hombría de Hugo Chávez, y éste carajeándole, y todo porque el primero comparaba el embargo estadounidense a Cuba con las represalias comerciales venezolanas contra su país y el segundo replicaba que desde Colombia había llegado una legión de gente para asesinarle. Las peleas ente ambos han sido moneda corriente en los últimos años.

El país más complacido por el nacimiento del nuevo foro latinoamericano pareció Cuba, porque nadie puso la democracia como condición de membresía ni tampoco hubo a Raúl Castro ninguna pregunta por el preso político que a esa misma hora agonizaba y moriría por la tarde en La Habana, ni por ninguno de más de 200 prisioneros de conciencia que mantiene la anquilosada dictadura cubana.

De hecho, la nueva comunidad fue auspiciada por las naciones con gobiernos de izquierda, mientras que los de derecha aplaudieron o se limitaron a expresar sus reservas en privado o con la boca chica.

En realidad, los gobernantes que se reunieron en la Riviera Maya ahondaron en el compromiso que alcanzaron en diciembre de 2008 en otro balneario exótico, el de Costa Do Sauipe, en Brasil, de construir una comunidad de estados latinoamericanos, en este año emblemático cuando comienza la celebración del bicentenario de las independencias de las repúblicas hispanoamericanas.

Difirieron cualquier concreción a una nueva conferencia en la cumbre, la del 2011 en Venezuela o la de 2012 en Chile. Raúl Castro ha dejado claro, con la boca llena de palabras rimbombantes sobre la trascendencia histórica de la creación de la comunidad latinoamericana, que la puesta en marcha de la misma se haga el año que viene en casa de Hugo Chávez, mejor que un año más tarde en la de Sebastián Piñera. Se nota que no confía en el nuevo mandatario chileno, que es un empresario de derechas, valga la redundancia.

Castro ya ha pedido que dentro de la comunidad se respete el sistema político de cada país, es decir, que nadie le pida a Cuba que se democratice, cosa que mientras él y su hermano vivan o la vieja guardia castrista resista no va a ocurrir. Gobernantes como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ̶ ese «líder indiscutible de América Latina del que hablaba su colega mexicano, Felipe Calderon ̶ ha dejado clara su falta de escrúpulos en ese sentido. En silencio sobre la cuestión de fondo ̶ un silencio cómplice, le han dicho en Brasil ̶ , también ente los disidentes, que le pidieron una entrevista. Acabada la cumbre de Playa del Carmen, Lula fue a La Habana para su cuarta visita oficial a Fidel Castro en medio del huracán causado por la muerte, tras 86 días en huelga de hambre, del disidente Orlando Zapata, sin hablar del fallecimiento de un obrero como él fue ni acordarse de ha postulado a su sucesión a una mujer como Dilma Rousseff que fue encarcelada y torturada por una dictadura. Lula se lavó las manos en La Habana con el cadáver de Zapata aún tibio y mientras aumentaba la represión a los disidentes.

El nuevo organismo continental se pretende sea una suerte de Organización de Estados Americanos (OEA) sin Estados Unidos ni Canadá, pero con Cuba. Tanto esfuerzo para darle cuartel a la dictadura castrista, la última en América Latina y más larga que ha conocido el Continente que hoy – como afirmaba Reporteros Sin Frontera – se presenta «como una tiranía agonizante que precipita su caída sin honor».

Ese nuevo organismo – y el boliviano Evo Morales lo dejó claro – ha sido engendrada desde el «antiimperialismo», es decir que sus padres putativos son Hugo Chávez, Daniel Ortega y él mismo, con el padrinazgo brasileño y sus ambiciones geopolíticas, la blandenguería de la Argentina kirchnerista y México, en una posición pro-izquierda que ha causado sorpresa y para las que aún no hay explicación. Aunque todos aplaudieron el nacimiento, algunos mandatarios torcieron el gesto. La mayoría cayó, pero el dominicano Leonel Fernández dijo que un proyecto así requiere «mayor madurez, mayor claridad y mayor definición».

Al mismo tiempo que quieren liquidar la inoperante OEA, los gobernantes invocan ese organismo hemisférico para marginar a Honduras de la cumbre de la Riviera Maya contentando a los países más radicales en ese asunto (Argentina, Brasil y Venezuela, sobre todo). El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, dijo que con la exclusión se pune al pueblo hondureño, que le eligió presidente el pasado 29 de noviembre en una decisión soberana para la que el gobernante pidió respeto. Colombia se quejó del desatino de excluir a Honduras y Lula desbarró hablando de una «junta militar» de Gobierno, que en Tegucigalpa nunca existió, y de la «convocatoria equivocada» a las elecciones que ganó Lobo, que, por cierto, fue hecha por Manuel Zelaya antes de los incidentes que desembocaron en su destitución. Chávez llegó a clamar por respeto para Zelaya y los suyos y defender la necesidad de que en Honduras haya un juego político democrático, algo que internamente en Venezuela claramente no se da.

Todos – particularmente Lula y Chávez con sus ambiciones geopolíticas – quieren un organismo regional nuevo pesando en que lo podrán manejar, es decir, en hacer el mismo papel que le atribuyen a Estados Unidos en la OEA. Brasil y Venezuela disputarían a dentelladas la primacía. Aunque Lula acaba su mandato dentro de diez meses, su nombre ha sido propuesto por Chávez para dirigir el nuevo organismo latinoamericano.

Washington no cree que todos los países de América Latina estén por liquidar la OEA y le parece bien la creación de un espacio de mayor cooperación entre las naciones latinoamericanas. Pero se ríe para sus adentros, al recordar con mucha diplomacia que la región ha conocido una proliferación de institución de integración con mucha retórica, dudosa eficacia y magros resultados, sin ir más lejos la cacareada Unión de Naciones Suramericanas, que nació en 2008 bajo el signo de la discordia pues la mayoría de sus miembros tienen pendencias con sus vecinos, algunas tan frescas y aguerridas como las de Colombia, Venezuela y Ecuador, y otras de épocas decimonónicas como las de Chile, Bolivia y Perú.

El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y el saliente jefe de Estado de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, creen que América Latina ha vuelto a los tiempos de la Guerra Fría.

Arias ha hablado – sin citar a Chávez, Morales o los demás gobernantes izquierdistas, pero lo hizo delante de todos ellos – de que andan escleróticos e hipertrofiados en los oxidados vagones del pasado, caminando resueltamente hacia atrás, y en las trincheras ideológicas que dividieron al mundo durante la Guerra Fría. A su juicio los verdaderos demócratas se muestran combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad pero no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias, como hace Chávez. En su discurso de despedida, en esa cumbre de la Riviera Maya, afirmó que América Latina esta cansada de promesas huecas.

Sanguinetti, por su parte, también habló de una Guerra Fría fuera de tiempo y de hipertrofia así como recordó la nula utilidad por las profundas diferencias entre los países miembros suramericanos que ha tenido la Unasur, que también fue formada a instancias de Chávez y sus afines ideológicos.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

Brasil: el lulismo se impone

Las elecciones presidenciales brasileñas del 3 octubre próximo, que ya están en las calles, van a tener a Luiz Inácio Lula da Silva como protagonista, aunque solo sea candidato a gobernante jubilado. Lula va a ser el gran elector, primero porque ha impuesto a la candidata oficialista y después porque ha dejado claro que hará cuanto esté a su alcance para que ella gane.

Lula ha impuesto su voluntad personal al Partido de los Trabajadores (PT), que ha hecho tabla rasa de la democracia interna para oficializar a la indicada, Dilma Rousseff, como candidata presidencial, en un congreso a la búlgara celebrado en Brasilia.

De hecho, el otrora reivindicativo PT es un partido dócil al poder, es decir, a Lula. El PT – fundado hace 30 años por sindicalistas, trotskistas, socialistas, antiimperialistas y cristianos de la teología de la liberación, entre otros – ha sufrido en estos siete años que lleva Lula en el poder un «aggiornamento» al dejar en la cuneta – o en la disidencia – los postulados fundacionales para convertirse primero en ortodoxo y después en lulista.

El presidente brasileño ha asegurado esta misma semana en una entrevista periodística que no ha escogido a Rousseff, su jefa de gabinete, como jarrón chino ni como figura de transición hasta que él pueda nuevamente volver a ser candidato en 2014, porque cree que ella tiene resuello para dos mandatos.

Lula descartó que él vaya a ser el poder en la sombra si Rousseff conquista el Palacio de Planalto. «A rey muerto, rey puesto», sentenció, al tiempo que prometió que cuando acabe su mandato, dentro de diez meses, se convertirá en un fanático apoyando desde el graderío. Por supuesto que Lula da por descontada la victoria de Rousseff sobre el socialdemócrata José Serra, a quien él derrotó en las presidenciales de 2002.

¿Dónde basa Lula las posibilidades de triunfo de Rousseff? Posiblemente en el lulismo, esa corriente formada por millones de personas de las clases sociales bajas que se han beneficiado de los programas de Lula contra la pobreza y del significativo aumento del salario mínimo durante sus dos períodos presidenciales.

Esas personas no son de izquierdas; tampoco tienen una conciencia política clara. Aspiran a que se mantenga estable el actual estado de cosas. Según los estudios sociales, temen a cualquier conflicto político y, por supuesto, al cambio, a la vez que son partidarios de un Estado fuerte, protector y redistribuido de la renta nacional como el que, dirigido por Lula, mejoró sensiblemente su calidad de vida.

¿Populismo? ¿Asistencialismo? ¿Caudillismo? ¿Clientelismo? ¿Justicia social? Lo cierto es que una buena parte de los sectores brasileños de baja renta, que pueden representar la mitad del electorado, son lulistas. Se trata de un aprisco electoral gigantesco. Gracias sobre todo a ellos el presidente brasileño mantiene un nivel de aprobación de entorno al 80%, una popularidad desmesurada.

No se puede olvidar que Lula procede de esos sectores, a los que ha convertido en costumbre hablarle directamente. A todos los conquistó Lula durante su primer mandato porque antes no votaban al PT, que se nutría mayormente en las clases medias y los obreros de las urbes.

Lula procede de la pobreza más absoluta y sin más ilustración que un curso de formación profesional como tornero es visto por muchísimas personas como el mejor presidente entre la caterva de mariscales, almirantes, generales, latifundistas, oligarcas, juristas y doctores que le precedieron.

Todo esto posiblemente haga pensar a Lula, poseedor de una intuición política prodigiosa, en una larga era en el poder del PT.

En el Congreso del PT – que consagró a Rousseff por aclamación – todo estuvo montado para asociar la imagen de ella con la de Lula y su Gobierno, desde el telón de fondo con el retrato de ambos, y así será hasta las elecciones previstas para el 3 de octubre. La consigna es «con Dilma por el camino que Lula nos enseñó».

No hubo disimulos ni el discurso de Lula pidiendo el apoyo incondicional para Rousseff ni en el de ella aceptando la candidatura.

Lula quedó claro que Rousseff era «su» candidata personal y su obra más importante. De ahora en adelante, afirmó, su «prioridad de vida» hasta las elecciones es convertirla en presidenta. Alabó su figura de mujer, su capacidad y rigor en el trabajo, su condición humana, su coraje político, su tozudez y su valentía cuando a los 20 años arriesgó su vida frente a la dictadura. Estuvo presa tres años y fue torturada.

Rousseff estuvo a la altura de los elogios en un discurso leído, largamente entrenado. Dijo que continuará por la senda luminosa de Lula, «de un líder de quien me siento orgullosa, (…) que «con extraordinaria fuerza condujo la presidencia», (…) de un gran brasilero, (…) «el primer compañero», (…) «un gran maestro que nos enseñó el camino» (…) «de las transformaciones sociales profundas en un clima de paz, respecto y fortalecimiento de la democracia» (…) y recordó a los millones de personas que las políticas públicas de Lula sacaron de la miseria, es decir, el amplio feudo lulista capaz de convertirle en la primera mujer en la presidencia de Brasil.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

Brasil: Lula Rousseff

Las elecciones presidenciales brasileñas tienen una candidata que bien podía llamarse Lula Rousseff. Ella es producto de un dedazo como aquellos golpes de mano que en los tiempos del «PRI-reinato» daban los presidentes mexicanos para designar a su sucesor. A Dilma Rousseff sólo le falta el ritual de su elección a la búlgara en el inminente congreso del sumiso Partido de los Trabajadores (PT) para convertirse formalmente en candidata a disputar la sucesión de Lula en los comicios del 3 de octubre próximo. Es la primera vez que el PT desde su fundación hace 30 años presentará un candidato presidencial distinto a Lula.

Dilma Vana Rousseff Linhares, de 62 años, descendiente de un comunista búlgaro, ex guerrillera, víctima de la dictadura, que la torturó, y ministra de la Casa Civil de la presidencia brasileña, es decir, la jefa del gabinete, probablemente no hubiera pasado sin Lula de alta funcionaria de un gobierno regional, en su caso el de Rio Grande do Sul. Desde junio de 2005 ha sido la sombra de Lula en el Palacio del Planalto. De modo que Rousseff hará la campaña electoral hombro con hombro con su Pigmalión político o como si ambos fueran hermanos de leche. Rousseff es hoy la imagen que refleja el espejo donde Lula se mira. El ex presidente socialdemócrata Fernando Enrique Cardoso (1995-2002) afirma malignamente que ella es «la muñeca de un ventrílocuo llamado Lula».

El presidente brasileño está poniendo cada vez más carne en la parrilla a favor de Dilminha, como comienza a ser conocida la candidata por la costumbre brasileña de usar el nombre propio y el gusto nacional por los diminutivos. Su único objetivo confesado para lo que le resta de gestión es convertir a Rousseff en su sucesora. Para eso sin duda exhibirá todos los muchos logros de su gobierno y su éxito personal de vida, desde la miseria absoluta a la primera magistratura de una nación pujante con ínfulas de potencia. Ya ha dicho que Rousseff es uno de los «grandes responsables» de los éxitos que está cosechando Brasil, que siempre estuvo a su lado en la hora de las decisiones y que es una persona con una capacidad de trabajo «fantástica», con «inteligencia y visión estratégica como pocos en Brasil».

De otro modo no tendría opción a la victoria una persona que es candidata por la voluntad de Lula y posiblemente porque el actual mandatario brasileño también quiere pasar a la historia como el gobernante que hizo la proeza de sentar una mujer en el sillón presidencial del mayor país latinoamericano, que ha sido ocupado hasta hoy por 35 varones. Rousseff ya está siendo defendida como mujer de los supuestos ataques sexistas de sus adversarios, particularmente de los «tucanes» del Partido Socialdemócrata Brasilero (PSDB), su principal rival, así como por «terrorista» echándole en cara su pasado como activista de la izquierda revolucionaria, en la guerrilla que combatió la dictadura militar en los años setentas del siglo pasado. En el PSDB malmeten calificando a Rousseff de «dura», «autoritaria», «arrogante» y «dogmática», una mujer -arguyen- con el corazón más a la izquierda que Lula y más partidaria de la intervención del Estado en la economía.

Lula debe haber sacado lecciones importantes de los recientes comicios chilenos. Una, que la presidenta socialista, Michelle Bachelet, no pudo transformar su enorme popularidad en votos para el candidato oficialista, Eduardo Frei, que fue derrotado por el opositor Sebastián Piñera. A Lula, que tiene un índice de aprobación (82%) tan espectacular como el de Bachelet, le puede pasar lo mismo en el caso de Rousseff.

Una segunda lección lleva a prácticas de baja catadura democrática, como el ventajismo habitual en el régimen de presidente venezolano, Hugo Chávez, quien, por cierto, apuesta por Rousseff. Pero la pulcritud democrática de los chilenos evitó que Bachelet pusiera a favor de Frei el peso del aparato estatal más allá de lo prudente. ¿Jugará Lula tan limpio? Parece dudoso, entre otras cosas porque tiene la ardua tarea de llevar a Rousseff prácticamente desde el cero al infinito. Ella por si misma no llegaría lejos. A medida que los brasileños la van viendo de la mano de Lula, Rousseff crece en las encuestas, que en enero le daban una intención de voto del 28% y un rechazo semejante.

Frei partió con mucha ventaja respecto a Rousseff. Él es un elemento habitual de la política chilena. Fue presidente de la República (1994-2000) y su homónimo padre también (1964-1970), además de notable dirigente democristiano, conspirador contra la Unidad Popular y víctima de la dictadura pinochetista, que lo asesinó. En cambio Rousseff es una perfecta desconocida en Brasil, una funcionaria pública que nunca ha disputado un cargo de elección popular y que ha actuado bajo el escritorio de Lula como eficiente gestora del poder. Lula cree que si se sobrepuso a la tortura, y recientemente a un cáncer linfático, muy bien podrá superara el desafío electoral.

Así las cosas, por intermedio de Rousseff, Lula volverá a medirse en las urnas con José Serra, de 67 años, virtual candidato de la socialdemocracia y del ex presidente Cardoso, a quien venció en dos vueltas en los comicios de 2002. Estas próximas elecciones están llamadas a ser un plebiscito sobre quien fue mejor presidente. Lula o Cardoso. El propio Lula lo admite: «creo que en la cabeza del pueblo está presente la comparación entre ambos tipos de gobierno (…) que la prioridad de uno era el mercado (…) con sumisión al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial (…) mientras nosotros fortalecemos el Estado (…) abrimos los palacios al pueblo».

Francisco R. Figueroa

Chávez da la puntilla a la prensa hostil

Hace tiempo que la libertad de prensa estaba herida de muerte en Venezuela y ahora puede haber recibido la puntilla con el sometimiento de último canal privado de televisión adverso a Hugo Chávez, cuya popularidad en caída por la crisis de múltiples aristas que aflige al país amenaza su victoria en las legislativas de septiembre.

Con pretextos administrativos fue finiquitada hace tres semanas la difusión por cable de Radio Caracas Televisión (RCTV) después de que en 2007 esta misma emisora ― la mayor, más antigua, popular y aguerrida de Venezuela ―, quedara impedida de seguir emitiendo en abierto porque el Gobierno de Hugo Chávez le negó la renovación de la licencia. RCTV no se doblegó a los dictados del régimen como habían hecho, por ejemplo, Venevisión y Televen, las otras dos televisiones privadas con sede en Caracas. En el mismo acto otros cinco canales privados también quedaron impedidos de emitir por cable, pero ninguno de las dimensiones y significación de RCTV.

Ahora se ha puesto en práctica una operación largamente calculada para someter Globovisión, la última emisora de televisión opuesta a Chávez. Sus tres accionistas han quedado enfrentados y dos de ellos parece que fueron colocados frente a la posibilidad de ir a la cárcel y quedar en la ruina. Alberto Federico Ravell, el hombre que llevaba la batuta de la valerosa línea editorial opositora y socio minoritario, ha sido destituido por los otros dos accionistas, que parecen haber sucumbido a un acoso tormentoso, desmedido, costoso y asfixiante por parte del régimen chavista que ha logrado doblegar su resistencia.

El principal de ellos, con el 70% de las acciones, es Guillermo Zuloaga, «Zulu» para los amigos, que ha asumido públicamente la responsabilidad del despido de Ravell, al tiempo que se desvinculaba de cualquier componenda con Chávez. El otro, Nelson Mezerhane, con el 20%, guarda silencio, aunque la prensa local ha dicho que, aparentemente instrumentalizado por el oficialismo, trató de comprar las acciones de Zuloaga y Ravell (entre el 7 y el 10% del capital social) por unos 120 millones de dólares.

Hace tiempo que Chávez había echado la zarpa a Zuloaga y Mezerhane, causándoles serios trastornos y cuantiosos perjuicios económicos. Zuloaga, abogado, publicista y hombre de negocios, y su hijo Carlos Alberto tienen pendiente dos juicios penales iniciados por el Gobierno por supuesta irregularidades en la distribución de vehículos Toyota. «El presidente de la República me quiere preso», dijo en una ocasión Zuloaga cuando su oficina fue allanada por la policía de Chávez.

Tras la destitución de Ravell ― oh sorpresa ― fueron suspendidas las medidas cautelares que pesaban sobre «Zulu» y su hijo mayor, como la prohibición de salir del país, con los consecuentes trastornos para cuidar sus negocios en el extranjero ― como los que tiene en México, en los sectores comunicación, automotriz e inmobiliario ―, y la presentación semanal de ambos en los juzgados.

Zuloaga niega haber negociado con el Ejecutivo, pero no logra acallar las sospechas. El Gobierno parece que le hizo llegar al recado de que o aceptaba la salida de Ravell de Globovisión o él y su hijo acabarían en la cárcel. La prensa ha señalado que el empresario, miembro de una muy antigua familia criolla, optó por «una salida neutra» y, aunque no quiso vender su parte a Mezerhane, convino en bajar el tono editorial de la emisora sacrificando al díscolo Ravell, director general del canal.

En cuando al banquero Mezerhane, el Gobierno le culpó del homicidio de un fiscal, una causa que está archivada, pero abierta, y le desposeyó de la concesión pública de varios negocios. Rumores de todo tipo contra su Banco Federal provocaron una retirada masiva de depósitos ante una eventual intervención estatal. La institución aún no se ha recuperado. A Mezerhane se le atribuyen multimillonarias pérdidas financieras a causa de la acción del Gobierno. Su banco estaba amenazado de cierre. «¿Ha vendido Mezerhane su alma al diablo (Chávez)?», se pregunta la gente por la Red.

«¿Qué está pasando con Globovisión? Las respuestas son múltiples, pero la más reiterada es que “el Gobierno le había prometido a uno de los accionistas salvar su banco si salía Ravell y edulcoraban su línea editorial". La historia resultó cierta, al menos en la salida obligada del director y accionista Ravell», ha escrito la combativa columnista Marta Colomina en el matutino «El Universal».

Globovisión enfrenta al menos seis averiguaciones administrativas gubernamentales, dos de las cuales podrían acarrearle el retiro del permiso estatal de emisión, es decir, su cierre, aparte de haber sufrido robos de equipos y el asalto de sus instalaciones por hordas chavistas.

La oposición venezolana se queda sin vehículos de expresión cuando las encuestas revelaban una significativa subida desde el 16,5% de hace año y medio a algo más de un 50% ahora en la oposición positiva de los adversarios de Chávez, una amenaza para los intereses del ex teniente coronel golpista de cara a las elecciones parlamentarias previstas para 26 de septiembre próximo. A la oposición solo le quedan algunos periódicos, pero la prensa escrita incluye muy poco, y la Red.

En plena batalla electoral, como si no tuviera bastante con abrumar a los venezolanos con una cadena nacional de televisión y radio interdiaria en el «prime time», el maratónico programa dominical por tv «Aló, presidente» y las frecuentes intervenciones por los medios estatales, ahora Chávez ha creado su propio programa radiofónico «De repente Chávez» en que puede salir al aire en cualquier momento del día o la noche, incluso por motivos antojadizos como cantar canciones de amor, según ha dicho.

Un aparataje mediático desmedido que se suma a la prensa adicta y oficial para la propaganda y la manipulación y para ― se afirma desde el oficialismo ― atacar en cualquier momento como una « guerrilla comunicacional». Como para volverse loco a cualquiera. Chávez, sin duda, se prepara para afrontar en septiembre unas elecciones legislativas en las que no las tiene todas consigo. Desde luego en ellas perderá la confortabilidad que ahora tiene en la Asamblea Nacional con escasísima oposición, procedente esta de la disidencia porque en las últimas parlamentarias la oposición no presentó candidatos en señal de desconfianza con el sistema.

Siempre, has ahora, Chávez logró sobrevivir a los momentos más difíciles, incluso cuando estuvo virtualmente frente a la muerte en el golpe de 2002. Con el país en recesión (para este año se esperada con caída prevista del PIB de al menos un 2,9%9, la inflación más elevada de América Latina (25%), perdida de poder adquisitivo, devaluación de la moneda (de 2,15 a 4,30 bolívar por dólar), gasto público desbordado en expansión, desabastecimiento, con la electricidad en estado de emergencia y racionamientos y apagones frecuentes, violencia social desbocada, infraestructuras deterioradas, desconfianza en el gobierno, pésima gestión, polarización, atentados contra los medios como cierres y amenazas incesantes, conflicto con la oposición y milicias en las calles, Chávez no ha todavía lo suficiente como para estar destruido, pero no tiene suficiente para estar tranquilo, afirman los analistas.

En cuando a la opinión pública, los que creen que el desempeño de Chávez es bueno suman el 58,3% cuando en septiembre de 2008 era un 71%. Seis de cada 10 venezolanos cree que la situación del país es mala y un 70 por ciento opina que en el 2010 será igual o peor. Un 46 por ciento echa la culpa a él y a su Gobierno por fallas como la inseguridad, crisis eléctrica, desempleo y racionamiento del agua. Sobre las elecciones legislativas de septiembre, el sondeo mostró que un 39 por ciento apoyaría a los candidatos del chavismo, mientras que un 34 por ciento sufragaría por la oposición.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

Samba, sexo y moralina

La presencia destacada de una niña de siete años en una de las escuelas de samba que desfilará este Carnaval en Río de Janeiro bordea el escándalo.

Abundantes medios de comunicación del mundo se han ocupado del caso de Júlia Lira como reina infantil de los percusionistas de Unidos do Viradouro, una escuela de samba de primera categoría y de la que es presidente precisamente el padre de la menor, quien la puso ahí, al frente en el desfile de la batería de tamborileros que marcan el ritmo de la agrupación carnavalesca.

Júlia causó sensación por su desempeño ante 45.000 personas como bailarina en el desfile de ensayo en el Sambódromo de Río, el anfiteatro creado por el arquitecto Oscar Niemeyer donde cada año, desde 1984, alcanza su esplendor la mayor manifestación de la cultura popular brasileña.

Todo comenzó cuando el presidente de la institución carioca de defensa del menor, Carlos Nicodemos, un funcionario que parece en busca de sus dos minutos de fama, dictaminó que el lugar destacado que Júlia va a ocupar en el desfile de este Carnaval, tiene«connotaciones sexuales para la sociedad» y «fomenta la exposición sexual de los niños».

Cada escuela de samba desfila con más de cuatro mil participantes, entre bailarines y músicos, con un número considerable de figuras destacadas a pie o en los carros alegóricos en las distintas secciones. Nadie duda de la enorme carga sensual de la samba, pero tampoco nadie se olvida que es tradicional la participación de niños y adolescentes en la fiesta mayor de Brasil. Además de habitual, es obligatorio que entre los distintos bloques de figurantes que integran una escuela de samba haya una comparsa infantil, la llamada «ala mirim», todo el mundo ataviado con su debida fantasía acorde con la coreografía. Nadie ve en esos niños objetos sexuales ni su participación en los desfiles es motivo de escándalo sino de orgullo para parientes y amigos.

Otra cosa es que en los desfiles se haga exhibición de la sensualidad femenina, sobre todo de mulatas en prendas mínimas. Es cierto también que chicas que han desfilado de niñas o adolescentes con las escuelas de samba se ha convertido de mayores en auténticos beldades nacionales, como por ejemplo la actriz Juliana Paes o la modelo Luma de Oliveira, pero no ha habido escándalos -nada más que los personales que ha podido protagonizar alguna de ellas-aunque la televisión se cebe con imágenes de las mujeres adultas que desfilan casi en cueros.

Júlia será la más joven reina infantil en el Sambódromo de los últimos años, aunque en 2003 y 2004 muchachas de doce años desfilaron destacadamente en diferentes escuelas, una de ellas en la Beija-Flor, la más sensual y provocativa del Carnaval carioca y en la que aún continúa al frente de los tamborileros al tiempo que estudia periodismo.

Júlia desfilará con la misma poca ropa típica de los bailarines del Carnaval, de la misma forma que otros latitudes los niños adoptan los disfraces a imitación de los mayores o de héroes y heroínas favoritos sin que nadie se rasgue las vestiduras por muy llamativos que resulten. En Brasil, las mujeres, desde niñas y desde siempre, se disfrazan de sambistas, con un dos piezas con flecos y brocados, y nadie ha dicho que constituyan una exaltación de la pederastia. Como tampoco nadie convierte en motivo de desvergüeza o mal ejemplo la participación de adolescentes en ciertas actividades deportivas con uniformes ad hoc.

«Poner una niña linda, pura y delicada es fantástico. Hemos tomado todo tipo de precauciones y tenido el cuidado necesario para la niña no sea vista como una musa. No vamos a transformar una niña en una mujer, ni mucho menos vamos a inducir a la sensualidad», afirma Edson Pereira, uno de los responsables artísticos de la escuela.

«Cualquier adulto que mire a una niña de siete años con ojos lascivos debe buscar un médico», agrega el padre de la menor, Marco Lira.

La iniciativa del guardián carioca de la mojigatería, ave rara en una ciudad exultante y cautivadora, recuerda la de aquella vieja beata que pintaba taparrabos a las estatuas griegas y biquinis a las venus que pueblan el arte universal. Las expresiones culturales ―el gran arte como cualquier expresión representación cultural por mínima que sea― hay que aceptarlas como son, en el caso del Carnaval según la tradición y las costumbres al uso, por mucho que seres supuestamente bienintencionados quieran aplicarle su moralina.

La escuela de samba quería poner en ese lugar destacado este año a la cantante Thalia, porque el tema de la samba de este Carnaval rinde homenaje a México. Thalia hizo exigencias para ella y su séquito imposibles para la escuela. Entonces se pensó en Joana Machado, la novia del futbolista Adriano, pero la negociación también fracasó. Tampoco pudo ser con la actriz Gissele Itiê, de origen mexicano, debido a su participación en la versión brasileña de «Betty, la fea».

La trama que escenifica este Carnaval la Viradouro se llama «México, un paraíso de colores bajo el signo del sol». Rinde homenaje al país azteca y algunas de sus celebridades como Diego Rivera , Frida Kahlo, Mario Moreno »Cantinflas», Pancho Villa, Emiliano Zapata y personajes infantiles de la televisión que durante varias generaciones han cautivado a niños de la edad de Júlia como «El chavo del ocho» y «El chapulín colorado».

Francisco R. Figueroa
francicorfigueroa@hotmail.com

Venezuela: ¡Que viene Valdés!

Hugo Chávez es menos pretencioso que Adolfo Hitler. El führer nazi soñaba con un Tercer Reich de mil años, pero por fortuna para la humanidad en medio de aquel dantesco drama duró escasamente once (1934-1945), aunque dejó a Alemania convertida en un océano de escombros plagado de cadáveres. El califa venezolano, que acaba de cumplir precisamente once años en el poder y dieciocho de su particular Putsch de Munich, la sangrienta intentona golpista que capitaneó en febrero de 1992, ha proclamado para celebrar las efemérides que su revolución perdurará «novecientos años». Con la ayuda de Cuba, experta en regímenes longevos, que le acaba de enviar al personaje de la revolución más notorio después de los hermanos Castro, especialista en seguridad, espionaje, censura y represión: el septuagenario comandante Ramiro Valdés.

Chávez se ha mostrado, también esta vez, confuso sobre cuanto tiempo le gustaría permanecer al frente de Venezuela, aunque ha asegurado que estarían bien otros once años. Es decir, veintidós en total: una era equiparable a la dictadura de Juan Vicente Gómez, que duró 27 años, de 1908 a 1935. Nadie más ha gobernado tanto tiempo en Venezuela. Pero, dada la personalidad del caudillo venezolano nada garantiza que vaya a salir del cargo mientras tenga el favor del pueblo, por amor, a golpe de billete o por miedo. Todo ese tiempo que lleva Chávez en la presidencia ha servido para que Venezuela cambie de manos, pero poco más. El país sigue descoyuntado y mal administrado. Ahora son otras manos las que destrozan una nación rica por naturaleza con las cuartas mayores reservas mundiales de crudo, pero sumida en una crisis económica considerable mientras prosperan muchos de sus vecinos latinoamericanos. Nadie se atreve a cortarle las alas a Chávez, como han hecho en Colombia al frenar judicialmente las pretensiones del caudillo Álvaro Uribe de aspirar a un tercer mandato presidencial, con lo que en agosto próximo tendrá que entonar al adiós muchachos. Mejor para Colombia porque la alternancia en el poder es sana, saludable y vivificante.

Chávez sigue declaradamente el ejemplo castrista de eternizarse en el poder, como discípulo declarado de Fidel Castro. El interés es mutuo. Los hermanos Castro están dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos para mantener a Chávez porque de ello depende su propia supervivencia, aunque el almanaque nos le deja ya mucho margen ni a Fidel ni a su hermano y heredero del trono cubano, Raúl. Chávez es el sobrino rico que sostiene a Cuba con dinero y petróleo. Cuba pone el anclaje ideológico, la liturgia y la experiencia. La llegada al poder de Chávez en 1999 supuso un soplo de vida para la marchita dictadura cubana, que llevaba una década postrada desde que el hundimiento de la Unión Soviética le privó de la multimillonaria pensión que Moscú le tenía asignada a la isla comunista como portaviones natural de 111.000 kilómetros cuadrados anclado a tan solo 90 millas de Estados Unidos. Pocos años antes, Fidel Castro, que es muy largo de vista, había recibido a Chávez en La Habana poco menos que como al ángel salvador.

Los hermanos Castro saben las dificultades añadidas que tendrán si se quedan sin la filantropía de Chávez. Raúl incluso se dice que hace con Chávez de tripas corazón porque no le cae. Hay que asegurarle en el poder y más ahora que Chávez flaquea por la grave crisis económica y política en su país y los embates con la oposición, los estudiantes y la prensa. Los cubanos están por todas partes en Venezuela ―«Cubazuela», la llama la oposición ― vigilando sus intereses. Según cálculos confiables, son unos 65.000. Toda una fuerza tarea invasora, según algunos. Cerca de la mitad trabajan en las áreas de la salud y otros en el adoctrinamiento ideológico [no se puede llamar educación a lo que hacen]. Pero los cubanos también están en los sectores más estratégicos, la seguridad interior, los servicios secretos, las Fuerzas Armadas y Policiales, la guardia pretoriana de Chávez y la llamada Sala Situacional del palacio presidencial de Miraflores, el corazón del poder, los servicios de identificación e inmigración y hasta los registros civiles y mercantiles.

El último cubano en llegar ha sido Ramiro Valdés, veterano del asalto al Cuartel de Moncada, el desembarco en el Granma y Sierra Maestra, lo que confirma la importancia trascendental de Venezuela para La Habana. ¿A qué ha ido el penúltimo comandante de la revolución con vida? ¿Por qué lo ha enviado Fidel Castro como su procónsul? Chávez ha dicho que a arreglar el desaguisado que los venezolanos tienen con una grave crisis de la electricidad, con cortes y racionamiento. Parece dudoso, ya que Valdés, vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de Cuba, es un especialista en seguridad y un espía depurado, un hombre despiadado ejecutor de la represión castrista primero en La Cabaña, junto a Raúl y Ernesto «Che» Guevara, y luego como ministro del Interior en un estado policiaco y sin libertades . Apodado «Ramiro el Terrible» y «El Carnicero», el germano Markus Wolf, el maestro de espías de la Alemania comunista y director de la Stasi hasta la caída del Muro de Berlín, definió a Valdés como «un agente aventurero, más que un estadista». ¿Un hombre de 78 años de ese perfil temible para arreglarle a Chávez el problema de la luz? Para tratar de sentar la fenomenal polvareda levantada en Caracas por la presencia de Valdés, Chávez dijo que es un asesor más en el problema de la electricidad, como los brasileños y los argentinos que tratan de echarle una mano en el tema de la luz. La oposición cree que sus objetivos son silenciar a la oposición, la disidencia y el movimiento estudiantil antes de que se le compliquen las elecciones legislativas de septiembre, si llegan a celebrarse.

Esos miles de cubanos trabajan en Venezuela en un sistema de explotación de personas disfrazado de solidaridad internacional. Chávez paga una cantidad por cada experto cubano, pero a cada uno de ellos le llega una quinta parte de ese dinero. El resto pasa a las arcas de los hermanos Castro. De todos modos, un cooperante cubano en Venezuela vive mejor que cualquier cubano en la isla y tiene más oportunidades de huir. De hecho, más de más de un millar de cooperantes cubanos en Venezuela han desertado ya. Uno de los encargos que parecer llevar el comandante Ramiro Valdés es evitar tanta deserción e imponer disciplina a una tropa numerosísima de cooperantes que parece haber sucumbido al relajo venezolano y la buena vida local.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

La sra. Kirchner, el sr. Kirchner y los cerdos

El matrimonio presidencial argentino —tanto monta, monta tanto— usa el poder, el dinero y el cerdo como afrodisíaco. La erótica del dinero y el poder era conocida y ahora la señora Kirchner, cercana a cumplir 57 años, ha reconocido que también la del cerdo, al contar en público, de manera muy desinhibida, lo «impresionantemente bien» que la pasó con el señor Kirchner, de casi 60, después de comer un riquísimo lechón, con la piel crocante y todo, al aire libre, en su placentero refugio de El Calafate, lugar de la Patagonia a la que, por cierto, está asociada su fortuna, de vigoroso crecimiento.
«Yo estimo que es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parilla que tomar Viagra. ¡Yo soy fanática de la carne de cerdo!», aseguró la presidenta en un discurso en la Casa Rosada de Buenos Aires en medio de excitaciones, chanzas, risitas pícaras y aplausos canallas de una audiencia eminentemente machista ante la que anunciaba el abaratamiento de la carne porcina.

De inmediato, el jefe de la Asociación de Productores Porcinos, Juan Uccelli, arrimó el ascua a su chancho al comentar que en Dinamarca y Japón, por el alto consumo de cerdo, «tienen una sexualidad mucho más armoniosa que la de los argentinos», que consumen masivamente carnes de res. Aunque algunos argentinos han anunciado jocosamente que comerán cerdo mañana, tarde y noche, aún es pronto para saber si la señora Kirchner ha conseguido que se dispare el consumo carne porcina y baje la venta de remedios contra la impotencia. Pero por la red se han descerrajado contra ella andanadas de comentarios terribles.
La señora Kirchner, doña Cristina Elisabet, presidenta de la nación desde hace poco más de dos años, ha hecho esas declaraciones cuando su imagen está desgastada, con la popularidad casi en la lona, y en unos momentos en que de nuevo estaba en entredicho la honorabilidad en la forma de amasar fortuna por parte de los actuales inquilinos de la Quinta de Olivos, la residencia presidencial argentina.

Lo mismo que cuando se supo que su fortuna personal había crecido un 160 por ciento entre 2008 y 2009, hasta 12 millones de dólares, por operaciones inmobiliarias en la tierra natal de Néstor Carlos Kirchner, mediante la compra de terrenos fiscales, adquiridos a un municipio regentado por un amiguete, a precio de ganga y su venta al valor astronómico. Uno terreno que fue comprado en 2006 por 35.000 dólares fue vendido por 1,6 millones dos años más tarde, o sea, que multiplicó la suma invertida por cincuenta como por arte de birlibirloque.

Ahora el matrimonio presidencial argentino ha sido puesto en el disparadero por la compra de casi dos millones de dólares en octubre de 2008, poco antes de que el peso quedara devaluado, alegadamente para sus negocios hoteleros en El Calafate, aunque existen dudas de que hubiera necesitado pagar la compra que dice haber hecho en divisa en efectivo. Al comprar dólares, Kirchner también estaba haciendo lo contrario a lo predicaba su mujer, con lo que, como ha señalado la prensa argentina, se le faltaba el espeto a la ciudadanía.

Néstor Kirchner ya había demostrado anteriormente sus habilidades para moverse en el mercado cambiario, incluso transfiriendo una fuerte suma de dinero a una cuenta en Estados Unidos en víspera de que el entonces presidente, Fernando de la Rua, decretara en 2001 «el corralito» (la inmovilización de los ahorros de los argentinos). Cuando ese dinero volvió a la Argentina se había multiplicado por cuatro.

Tráfico de influencia, asociación ilícita, uso de información privilegiada... acusaciones de corrupción de carácter ético y moral, pero difíciles de probar legalmente, hasta el punto de haber sido desestimadas por la justicia y de las que los Kirchner se han defendido su honorabilidad hasta el pataleo.

Mientras Néstor Kirchner gobernó Argentina entre 2003 y 2007 se decía que lo manejaba su esposa. Ahora que gobierna la señora Kirchner se asegura que el señor Kirchner es el poder tras el trono y que aspirará a un nuevo mandato cuando finalice el periodo de ella, sobre todo ahora que vuelve a la jefatura del partido peronista, que abandonó tras el desastre electoral de junio último, con lo que recobrará la posición de «hombre fuerte» de Argentina.

La alianza entre los Kirchner parece indestructible y perfecta la sociedad que forman. El poder KK mezcla dinero, política, sexo y soberbia. Populismo rampante de una diarquía que lleva a Argentina por la calle de la amargura.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

Venezuela: nueva encrucijada

La oposición a Hugo Chávez evita responder a la provocación de Hugo Chávez, que ha retado insistentemente a sus adversarios a que traten de sacarlo del poder por las buenas, mediante un referendo revocatorio de su mandato previsto en el ordenamiento legal del país, o a las malas, por un golpe de Estado, con la advertencia de que su respuesta será «contundente».

«Estás ‘ponchao’», claman sus rivales con la expresión de béisbol, pasión nacional, que define la derrota de un bateador y también el fracaso de una persona. El devaluado líder venezolano ha acusado el golpe. «¡Sáquenme, pues; pónchenme; atrévanse! Les recomiendo que no lo hagan porque mi repuesta será contundente, a fondo. Lo juro», bramó en uno de estos días, que un cronista venezolano calificó «de fósforo y gasolina».

Al líder bolivariano se dice que gusta de jugar con fuego. Reta, radicaliza a sus huestes, afirma que será implacable, hace avisos temerarios, se rodea de colaboradores cada vez mas serviles, hincha el Estado y arguye que los «contrarrevolucionarios» —término que, al estilo castrista, aplica a quienes opinan distinto que él—, financiados por «el imperio» —esto es, Estados Unidos— repiten el mismo «formato de violencia» de abril de 2002, cuando fue derrocado durante dos días mediante un golpe chapucero. Alega que las fuerzas armadas están de su parte.

Chávez está en una nueva huida hacia adelante cuando se agudizan los problemas nacional.
Esa ha sido la principal reacción del presidente venezolano a las protestas habidas en el país por nuevas arbitrariedades de su gobierno contra más medios de comunicación. Lejos de amedrentarse por las palabras de Chávez, el bullicioso movimiento estudiantil ha anunciado que volverá a las calles bajo las banderas de «paz y civismo» el 4 de febrero.

La oposición ha respondido con mensura, pero sin pelos en le lengua. Por ejemplo, un grupo de personas —algunas disidentes notables del chavismo como Raúl Baduel, Jesús Urdaneta, Yoel Acosta, Luis Alfonso Dávila (todos ex compañeros de armas de Chávez) y Hermann Escarrá— acaban de publicar un duro pronunciamiento para exigir la renuncia de Chávez por su proyecto «personalista, autocrático y totalitario», por haberse deslegitimado gobernando de manera «arbitraria», «irresponsable», «inicua» y «fraudulenta» , por su «notoria incapacidad», por su «miseria moral y política», y por «su alma intolerante, mezquina, llena de odio y resentimiento», según argumentaron.

Entre las descalificaciones del régimen de Chávez que esgrimen figuran la «ineficiencia» a raudales, el estigma de «la corrupción más obscena», la debacle económica en contraste con una bonanza petrolera, la deficiencia de los servicios públicos, la desbordante inseguridad personal, social y jurídica, la violación «descarada y permanente» de los derechos humanos y las libertades individuales, la «arbitrariedad y la mentira», la irresponsabilidad, la iniquidad, la impunidad, la destrucción de la libertad, el bienestar y la justicia, así como la «traición a la patria» y una «subordinación repugnante» a Cuba.

La vista está puesta en las elecciones legislativas del 26 de septiembre próximo para las que la oposición tendrá que dar la batalla unida sin quiere tener alguna opción de éxito. Chávez es consciente de que ese día se la juega. En Venezuela se conjetura con que si el caudillo presiente que le irá mal en esas elecciones forzará la postergación incluso provocando una escaramuza con Colombia o mediante un autoatentado con muertos y heridos.

Los firmantes del pronunciamiento no son unos improvisados cualquiera ni pertenecen a los denostados antiguos partidos ni son burgueses imperialistas. Hay entre ellos altos militares hoy en la reserva que estuvieron junto al caudillo en primera línea en la cruenta intentona golpista de 1992, conspiradores de vieja data, personas que fueron brazos firmes en la construcción del chavismo a principios de la pasada década y miembros importantes del régimen y del gobierno; a otros, como el general Baduel, Chávez le debe prácticamente la vida, pero lo mantiene en la cárcel.

Todos ellos —como otros muchos— fueron devorados por el saturno revolucionario. A la nutrida lista de disidentes se ha podido unir ahora con su reciente renuncia el vicepresidente de la República y ministro de Defensa, coronel retirado Ramón Carrizales, que desde el 2000 ha ocupado puestos en el gobierno. Aún se desconocen las causas reales de la renuncia de Carrizales junto a la de su esposa, Yubirí Ortega, que era la titular de Medio Ambiente.

Da la sensación de que la renuncia tiene transfondo cubano y militar. Posiblemente también la crisis por la falta electricidad, una situación prevista desde principios del régimen chavista, hace más de diez años, pero a la que nadie puso remedio o abortó los emprendimientos en curso.

Coincidentemente, el veterano comunista Luis Miquelana, preceptor de Chávez tras salir de la cárcel en 1994 y su hombre fuerte en los primeros tiempos de la revolución, hasta su ruptura, acaba de pedir que la sociedad se una en las protestas a los estudiantes contra «los desmanes» del gobierno y ha calificado la era chavista como «una de las etapas de más barbarie» en la historia nacional.

Chávez, que acaba de declararse marxista, se comporta como dueño de la verdad absoluta y líder providencial. En Venezuela manda él, sin compartir el poder. Sus ministros son meros secretarios a los que dar instrucciones y regaños en cadena frente a las cámaras de televisión. Con su mentalidad cuartelera no sabe lo que es el respeto sino el ordeno y mando. Como hace ahora, práctica el deporte de la huida hacia adelante en cuanto huele que algo va a salir mal. Manipula la realidad con un torrente de palabras transmitido casi a diario en cadena nacional obligatoria de televisión y radio. Está considerado un peligro tanto para Venezuela como para el continente americano. Cuando algo se le resiste lo nacionaliza, con lo que agranda el problema. Mantiene un sistema clientelista, una burocracia cebada. De un modo u otro el 70% de la población activa venezolano depende del Estado, que Chávez maneja como cosa propia. Hay 2,4 millones de funcionarios, que constituyen un filón de votos. Con esa sistema de fidelidades parece difícil que Chávez pierda unas elecciones y más cuando juega con ventaja usando descaradamente a su favor toda la maquinaria de un estado enorme, sobredimensionado, que crece y crece a medida que Chávez estatiza.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com