Cristina en horas bajas

La presidenta Cristina Fernández parece ir, de la mano de su marido, Néstor Kirchner, de desastre en desastre, como refleja la vertiginosa caída del favor popular del 58% al 24% en seis meses escasos que lleva al timón de Argentina.

Ningún otro presidente argentino desde que acabó la dictadura hace 25 años ha recibido en tan poco tiempo tantas críticas ni acumulado tantos conflictos en tantos frentes a la vez, según graficaba la situación una influyente publicación digital suramericana.

El desgaste debe ser compartido porque en Argentina tanto manda, manda tanto, Néstor como Cristina. El poder es allí un bien ganancial desde que él transfirió a ella el bastón de mando, en diciembre último, o quizás desde el mismo instante en que ambos decidieron convertir en asunto de familia la presidencia de la Nación.

Los hechos demuestran que el esposo, que formalmente es el jefe del Partido Justicialista (peronista), mantiene todo su poder en el Ejecutivo. Es el poder «K». En realidad el gobierno de Argentina es un «ménage à trois»: ella (Cristina Fernández), él (Néstor Kirchner) y el jefe del Gabinete ministerial, Alberto Fernández, una especie de mayordomo fiel. Está también el piquetero Luis D’Elía, que hace la colada repartiendo improperios y mamporros. Se gobierna por decreto, con poderes delegados por el legislativo, y en medio de un griterío.

El deterioro de la señora Kirchner se ha agudizado en los dos meses y medio último, en la áspera y descontrolada batalla que libra con los cuatro gremios de empresarios del campo (que suman cerca de 300.000 afiliados) por una subida de impuestos a las exportaciones de granos. Esta batalla ha puesto de relieve el papel decisivo del señor Kirchner en apoyo de la señora Kirchner. El oficialismo tilda las protestas de «desestabilizadoras» y «golpistas» con el ánimo de destituir a la presidenta, a sus impulsores de ser miembros de «la oligarquía» y a la prensa que la apoya de «profetas del odio».

Contribuye negativamente en esa crisis la intransigencia de ambos Kirchner, su mal genio y las maneras de los dos de entender el poder en términos de fuerza y seguir una estrategia del combate frontal a quienes osan oponérseles.

La situación es muy grave en un país que es lo que es gracias a la agricultura. Argentina es el primer exportador mundial de girasol, el segundo de maíz, el tercero de soja y el cuarto de trigo, y ocupa también puestos de relevancia en el comercio de derivados de estos granos.

La crisis le costó el cargo al ministro de Economía, Martín Losteau. A su sucesor, otro Fernández (Carlos), algunos lo ven quemado tras solo un mes en el cargo. La situación ha sido calificada como la crisis más innecesaria e inexplicable de la historia argentina.

Los Kirchner se muestran decididos a hincar de rodillas a los empresarios rurales, a que el campo muerda el polvo de la derrota, aseguran los comentaristas. El estilo de ambos parecer ser consecuencia de la consigna «Perón si, Stalín no» acuñado por los disidentes justicialismo de kirchnerismo, que acusan así de stalinismo al mismísimo señor Kirchner.

La presidenta es famosa por sus arrebatos de cólera y por sus gritos. Desdeña a la prensa, menosprecia a la oposición, es obsesiva y arbitraria, dicen quienes la conocen, según se lee en los periódicos argentinos. Propensa al autobombo, maneja a su gusto las estadísticas y parece que las maquilla tanto como a ella misma. Su marido decapitó el instituto nacional de estadística porque daba datos que a él no le convenían. Los Kirchner basan sus «éxitos» en unas estadísticas manipuladas, alegan sus críticos.

Dicen instituciones privadas que la inflación es el doble o el triple de lo que sostienen los institutos que Cristina Fernández maneja. La Iglesia católica, por ejemplo, critica las cifras oficiales sobre «disminución significativa» de la pobreza. Aseguran los curas que afecta a uno de cada tres argentinos, que hay regiones donde los pobres son una legión del 60% y que cada vez más gente acude a pedir comida a Cáritas. Las cuentas de unos y otros no difieren en poco: se trata nada menos que de tres millones de pobres.

El empleo en la economía sumergida está cerca del 40% de la población activa y la balanza comercial se retrae con una caída del superávit del 30% en abril respeto a un año atrás. En cuanto a la inflación, hay estudios que pronostica que este año puede superar el 20%. Mientras, Argentina es el único país del mundo donde el dólar aumenta de valor y el gobierno, tratando de mantener su precio, quema sumas astronómicas de unas reservas que recientemente marcaron un récord superior a los 50.000 millones de dólares, pero que están menguando aceleradamente. ¿Dónde va a acabar esa coyuntura con crecimiento económico sostenido del 8% anual que tanto robusteció a Néstor Kirchner?

A ello se suma una crisis energética por falta de planificación durante el gobierno del señor Kirchner y también por el desaliento de las inversiones. Los perfiles de esa crisis comienza a definirse de manera dramática con el comienza de la temporada austral del frío. Las restricciones en el servicio de gas natural han sido aumentadas cuando el país sufre estos días una ola de frío polar.

Francisco R. Figueroa
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Después de Tirofijo, ¿qué?

Hacia finales del siglo pasado un amigo colombiano me decía en Bogotá, en medio de las negociaciones del presidente Andrés Pastrana con las Farc, que no imaginaba un «Tirofijo» apaciguado, jubilado de la guerra, saliendo de compras del shopping El Dorado con su nieto de la mano. Mi amigo tenía razón: aquellas esperanzadoras negociaciones fracasaron porque «Tirofijo» las dinamitó. El caudillo guerrillero nunca volvió a la vida civil y ahora ha muerto de viejo, con las botas puestas, en el monte al que se echó hace 60 años.

La muerte del legendario Pedro Antonio Marín, de nombre de guerra «Manuel Marulanda Vélez» y el «Tirofijo», que él tanto detestaba, por mote, cuando iba a cumplir 80 años -otros dicen que los 78-, ocurrió el 26 de marzo pasado, a consecuencia de un infarto, en la selva del Meta. Se asegura que murió en brazos de su compañera Sandra y rodeado de su guardia pretoriana. Un ministro con afanes presidencialistas del Gobierno de Álvaro Uribe dio el viernes la noticia como por casualidad a un semanario diciendo que «Tirofijo» se había ido «al infierno de los criminales». Le chafó así a Uribe un anuncio rimbombante. Finalmente, este último domingo, el fallecimiento de «Tirofijo» fue confirmado con pompa y circunstancia por el comandante «Timochenko» (Rodrigo Londoño) que leyó la necrológica por una de las televisoras del venezolano Hugo Chávez. Esto sucedía precisamente en vísperas del 44 aniversario de la fundación por «Tirofijo» de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).

«Tirofijo» arrojó la toalla muy pocos días después de saber que su lugarteniente «Raúl Reyes» (Luis Edgar Devia) había caído muerto en su campamento del norte de Ecuador, en un certero bombardeo de la aviación colombiana; que a otro de sus segundones, «Iván Ríos» (Manuel de Jesús Muñoz), un guardaespaldas comprado por el Gobierno le había volado la cabeza, junto a su amante, y que el brutal «Mono Jojoy» (Jorge Suárez Briceño, el jefe militar de las Farc) se había librado de una celada parecida fusilando a tres de sus gorilas traicioneros. El de marzo fue un mes muy negro para las Farc. Meses antes habían sido abatidos a tiros los comandantes Milton Sierra Gómez «J.J.», el «Negro Acacio» (Tomás Medina Caracas), hombre de las drogas, y Martín Caballero, y capturado el carcelero «Martín Sombra» (Hely Mejía Mendoza), casi tan veterano en el monte como el propio «Tirofijo». Distintos frentes de combate fueron hechos trizas, otros desaparecieron y las deserciones son harto frecuentes: 10.000 en los últimos cinco años y 1.300 desde enero. Posiblemente en vista de la muerte del legendario líder y fundador se entregó recientemente la terrible «Karina» (Nelly Ávila), una guerrillera con una reputación de cruel y feroz ganada a pulso. Por otro lado, las computadoras de Raúl Reyes exponen cada día las tripas podridas de las Farc, sus negocios y alianzas inconfesables.

Uribe sueña con una casi imposible victoria. Es poco probable que los herederos de «Tirofijo» -el intelectual «Alfonso Cano» (Guillermo León Sáenz Vargas), de 59 años, como líder formal y el «Mono Jojoy» como jefe militar- se avengan con el Gobierno. De otro lado, nunca nadie manejará las Farc como lo hizo «Tirofijo» hasta su última hora, de una forma personalista, verticalmente, con la autoridad que le daba ser el fundador de la guerrilla y mito, con mano de hierro, sin que nadie dudara de su liderazgo, teniendo obediencia incondicional, con una sagacidad, una astucia y una malicia primitiva de campesino indio, un hombre terco e indoblegable, hijo de la Colombia profunda, que llegó a comandar un ejército guerrillero de 20.000 combatientes actualmente muy menguado y probablemente desmoralizado. Las Farc llevan demasiado tiempo en el monte sin haber logrado nada y lo que no pudo «Tirofijo» no es posible que lo logre Alfonso Cano, el «filosofo del terrorismo de la barba tupida», como lo llama con sorna Uribe, ni el «Mono Jojoy», respaldado por un historial de brutalidades. Sin la ideología ni los objetivos políticos fundacionales ni más norte que la codicia y convertida en una mafia, ¿terminarán las Farc languideciendo como el Ejército de Liberación Nacional (ELN)? Por mucho que las Farc estuvieran preparadas desde años para la muerte de su líder, los analistas esperan que haya desconcierto, traumas y tensiones entre los herederos y que la organización comience a resquebrajarse.

Francisco R. Figueroa
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Viva el pueblo cubano

La sociedad cubana «se desmorona» tras «décadas de abandono» bajo el «despotismo personal» y «opresivo» de los «dictadores» Fidel y Raúl Castro. La economía de la isla «está en ruinas» y resulta «de lo más hipócrita» permitir la compra de enseres domésticos básicos cuando «prácticamente ningún cubano tiene dinero para adquirirlos». En Cuba «no hay libertades políticas ni de empresa», ni tampoco «voluntad de cambios verdaderos». Los presos políticos «sufren en los calabozos de la dictadura». Los «gestos» del general Raúl Castro resultan «una broma cruel» a costa del sufrido pueblo cubano, cuya vida «no cambiará fundamentalmente» hasta que mude su actual régimen de gobierno. Esa mudanza «es inevitable» y «llegará el gran día» en que los cubanos elijan a sus líderes «votando en comicios libres e imparciales». «El mundo tiene en la mira al régimen cubano».

Quien dice todo eso, a juicio de mucha gente, tiene razón, aunque se llame George Walker Bush, ocupe la presidencia de Estados Unidos, sea considerado un fundamentalista de derechas, acoja y proteja a disidentes y exiliados que La Habana tilda de terroristas, mercenarios y cipayos, tenga una credibilidad raquítica y en una época determinada de su vida le hubiera dado, al parecer desmesuradamente, a la frasca. Lo dijo Bush el otro día en la proclamación del Día de la Solidaridad con el Pueblo Cubano, instituido por él en homenaje a quienes «sufren en Cuba», a sus presos políticos en particular, y para favorecer la causa de las libertades en la isla.

El octogenario Fidel –«flaco, lúcido y sabio», al decir de su pupilo boliviano Evo Morales, el último de sus visitantes conocidos— ha bramado desde el ostracismo que lo de Bush son «mentiras groseras». Del «cerco de hambre y bloqueo a la isla», que dura decenios, Bush ni habló, reprocha Fidel en la última de sus «reflexiones» desde la convalecencia. Echa en cara a Bush, de nuevo, «los bombardeos, las torturas y las muertes absurdas» en Iraq al tiempo que atiza con argumentos médicos sobre el supuesto «daño permanente» que veinte años de alcoholismo le causaron al presidente estadounidense. Pero calla sobre la situación política, social y económica interna o se escuda otra vez en «el apóstol» José Martí, su émulo, y, como siempre, blande el sobado embargo estadounidense contra la isla, considerado su gran coartada ideológica.

Barack Obama, el aspirante demócrata a candidato presidencial y aparente preferido de los hermanos Castro, se acaba de mostrar a favor de facilitar, si alcanza el poder, los viajes a la Isla y las remesas de dinero porque «ayudarán en la lucha por la libertad», pero mantendrá el embargo. También está dispuesto a hablar con Raúl Castro. El embargo es algo muy complejo de levantar porque el desmontaje de la tupida maraña de normas y disposiciones que lo regulan obliga a tal cantidad de cabildeos y pago de favores que políticamente resulta más cómodo a está a cualquier administración estadounidense, dice un experto. Voceros del gobierno de Estados Unidos ya ha dicho que buscar un acercamiento con La Habana o hablar con sus líderes, como predica Obama, equivale a «fortalecer al régimen» de los hermanos Castro, a darle «una legitimidad que no merecen». El aspirante republicano, John McCain, por el contrario, es partidario de la política del gran garrote contra los Castro. Nada de contemporizar hasta que los presos políticos no sean excarcelados, haya libertades civiles y se celebren elecciones multipartidarias. El presidente Franklin Roosevelt -arguye McCain- no habló con Adolf Hitler; Ronald Reagan tampoco lo hizo con los rusos hasta que Mijail Gorbachov estuvo dispuesto a cambiar la situación interna en la hoy extinta URSS.

El régimen cubano acaba de emplazar a Bush a que responda de las acusaciones hechas contra sus representantes en la oficina de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana -la SINA-, incluido el jefe de la misma, Michael Parmly, involucrados en el transporte de dinero, entre Miami y la isla, para disidentes internos, una actividad -argumentan- «violatoria en materia de relaciones diplomáticas». Antes, la televisión oficial cubana, en el programa más ortodoxo, la Mesa Redonda, había mostrado mensajes electrónicos del correo personales -«análisis de correspondencia» dijeron- de «la mula» Parmly y de disidentes, denominados durante el programa «cipayos, mercenarios, criminales y terroristas», para demostrar lo que el régimen de La Habana llama la «oscura» y «alevosa» trama de trasiego de dinero. Al tiempo que hacia la revelación, el régimen cubano dejaba claro que tiene totalmente controlado Internet en la isla. Y todo en nombre del pobre pueblo cubano y la sacrosanta «seguridad nacional» tantas veces invocadas en América Latina por los regímenes dictatoriales para privar a los pueblos de las libertades y como justificativo de las aberrantes violaciones de los derechos humanos.

Francisco R. Figueroa
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Sanciones de Bush a Chávez pasan por A. Latina

El dictamen de la Interpol de autenticidad de las computadoras de «Raúl Reyes» y su contenido, con los nexos entre el presidente Hugo Chávez y los terroristas de las Farc colombiana, proporciona a Estados Unidos una herramienta para actuar contra el líder venezolano. Desde el Capitolio de Washington se desaconseja a George Bush aplicar sanciones sin el respaldo de América Latina.

Washington dio de inmediato por valido el dictamen pericial que el secretario general de la Interpol, Ronald Kenneth Noble, divulgó en Bogotá, el jueves último, sobre los equipos informáticos portátiles, cargados de información extraordinariamente valiosa, que fueron hallados en el campamento de Reyes en Ecuador, en la incursión militar colombiana que le causó la muerte el día 1º de marzo pasado.

«El panorama es sumamente inquietante. Hay acusaciones graves de que Venezuela está suministrando armas y apoyo a una organización terrorista», manifestó el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack. Explicó que Estados Unidos ha tenido acceso a información relevante de las computadoras del fallecido cabecilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y está realizando sus propios análisis.

Las tres computadoras de Reyes y las cinco unidades externas de memoria aprehendidas por los militares colombianos deben aportar información más abundante y valiosa de la poca que hasta ahora ha trascendido. Esos documentos muestran el envolvimiento de Chávez y otros altos funcionarios de su gobierno, civiles y militares, con las Farc, con apoyo político, dinero, armas y refugio. Las Farc están catalogadas como terroristas por Estados Unidos, así como por Canadá y la Unión Europea.

El «zar» antidrogas de Estados Unidos, John Walters, en declaraciones que publicó este último domingo el diario bogotano «El Tiempo», calificó de «muy profundas» las relaciones entre las Farc y el régimen de Venezuela, a la luz de la información contenida en las computadoras de Reyes. Según la revista colombiana «Semana», las computadoras de Reyes demuestran «de manera detallada el escandaloso grado de colaboración del Gobierno de Hugo Chávez con las Farc en los temas militar, político, económico y logístico» durante los dos últimos años. Numerosos correos electrónicos prueban que Chávez ayuda a las Farc a conseguir armas en el mercado internacional.

Chávez -agregó Walters- «tiene mucho que explicar». Se trata de un asunto «muy serio» que requiere «algo más que simplemente negar» como hacen Chávez y su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, también vinculado a las Farc, aunque en menor medida que el venezolano, en la documentación del difunto Raúl Reyes. «Es una vergüenza para los implicados» que han sido «cogidos con las manos en la masa», expresó Walters en esa entrevista.

Pero lo más llamativo de las declaraciones de Walters -quien además recuerda la «crecientes facilidades» de la Venezuela chavista al tráfico internacional de drogas-, es su llamamiento, ahora que se conocen los vínculos de Chávez con las Farc, para que América Latina «asimile» y «reaccione».

Un reciente informe titulado «Jugando con fuego» de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos considera que tras una certificación por Interpol de la información contenida en las computadoras de Reyes sería probable que una presión del Congreso para que el Departamento de Estado cambie su política hacia Venezuela e, incluso, para designar a este país como un estado patrocinador del terrorismo, lo que implicaría legalmente la aplicación de sanciones contra el Gobierno de Chávez.

Pero, por ejemplo, unas sanciones económicas perjudicarían a Colombia porque Venezuela es su segundo cliente tras Estados Unidos con una importancia creciente. Los negocios con Venezuela dan empleo a unos cien mil colombianos y envuelven exportaciones superiores a los cinco mil millones de dólares.

El informe de la comisión senatorial refiere la posibilidad de que la aplicación de sanciones a la ligera lleve a Chávez a movilizar a su favor la opinión pública latinoamericana, donde mayormente no se cataloga a las Farc como grupo terrorista, sino como guerrilla o insurgencia, o afecten el comercio bilateral, entre ellos los importantes suministros petroleros venezolanos a Estados Unidos que Chávez ha amenazado reiteradamente con cortar.


En consecuencia, recomienda diseminar ampliamente la información obtenida de las computadoras de Reyes sobre la complicidad de Chávez con Farc para desacreditarlo por su apoyo ostensible y significativo a una organización terrorista y que el líder venezolano comience a ser visto como un peligro para la región, alguien capaz de desestabilizar o sabotear a cualquier nación que no comparta sus ideas.

Sólo después de un proceso transparente de análisis sería el momento de pensar en acciones, pero dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA).

«En otras palabras, si se descubre que Venezuela es cómplice (de las Farc), Estados Unidos debería ser lo suficientemente juicioso para dejar que la dinámica regional agarre su curso. Si Estados Unidos reacciona muy fuertemente, la atención se desplazará de las transgresiones de Venezuela a otro ejemplo de “intervención americana” y tácticas de mano dura», señala el informe.

Francisco R. Figueroa
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Cumbre apagada

La cumbre de gobernantes de la Unión Europea y América Latina que acaba de ser celebrada en Lima ya es historia rancia.

Vista a la distancia, la cumbre ha carecido de brillo. También de escándalos. Eso si: fue políticamente correctísima. Parece haber servido para que los peruanos se sientan legítimamente orgullosos por ella y para dilatar el ego, ya de por sí inflado, de su presidente, Alan García. El gobernante obsequió a sus invitados su propio libro y se pavoneó con un gran collar de curaca símbolo de su poderío al frente de una nación que prospera y que se muestra generosa con sus visitantes.

Hace no demasiado tiempo una cumbre así en Perú era una quimera. Por ejemplo, hace veinte años, cuando también mandaba García, entonces un gobernante errático, y su actual primer ministro, Jorge del Castillo, era el alcalde de Lima, resultaba muy peligroso con un Perú económicamente hundido en las profundidades de un abismo, socialmente aniquilado y postrado frente al terrorismo.

Las sesenta delegaciones participantes —treinta y tres de América Latina y las veintisiete de la Unión Europea— produjeron una declaración conjunta de diecisiete páginas cargadas de buenas intenciones, pero sin ninguna medida concreta sobre la pobreza que flagela al 40% de América Latina, la hambruna en aumento, las desigualdades, el deterioro del medio ambiente, la pertinaz crisis del crédito que trae de cabeza a Europa y Estados Unidos o el absurdo precio del petróleo siendo Venezuela, Brasil y México países productores, ni para culminar pronto negociaciones sobre la tan procurada integración comercial.

Como todas las declaraciones de su género, la de Lima estaba equilibrada, ni demasiado corta ni tan larga, ni estrecha ni ancha, en su justa medida, tibia y sosota para contentar a tirios y troyanos. El parto en el Museo de la Nación de Lima, escenario de la cumbre, resultó, pues, indoloro y la criatura sietemesina.

Tampoco afloraron los conflictos entre naciones latinoamericanas, como los que enfrentan a Colombia, Ecuador o Venezuela, ni que en Europa hay síntomas de xenofobia que ha comenzado por los gitanos en Italia y puede acabar por los ecuatorianos, los dominicanos o los bolivianos en cualquier barrio de Madrid en estas horas de vacas flacas, cuando la recesión toma cuerpo y asusta.

La cita de Lima sirvió para que algunos hicieran las paces. El venezolano Hugo Chávez buscó a la alemana Angela Merkel y se disculpó porque con su conocida incontinencia verbal había denigrado a la canciller durante otra de sus llamativas peroratas diciendo que tenía el apoyo de la misma derecha alemana que había secundado al régimen nazi de Adolf Hitler.

Hubo un abrazo, y hasta elogios, entre Hugo Chávez y Alan García, que andaban a la greña. Sellaron la paz que habían comenzado a florecer en un encuentro anterior en Bolivia. Rafael Correa y Álvaro Uribe, que llevan dos meses peleados, con las relaciones rotas, se dieron una tregua, y eso que el ecuatoriano llegó a Lima calientes tras que la Interpol reconociera la autenticidad los computadores de la Farc y los pavorosos contenidos que gestionaba el fallecido cabecilla guerrillero «Raúl Reyes». Un auténtico jonrón para Uribe, sobre todo frente a Chávez, cuyos vínculos con esa organización terroristas colombiana le va a dar seguramente muchos quebraderos de cabeza. Quizás lo presiente y de ahí su modosidad.

También parece haber quedo superada la crisis del «Por qué no te callas» que se abrió con ese exabrupto del rey Juan Carlos para atajar a un Chávez más lenguaraz que de costumbre durante la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile. Chávez y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, han mostrado tres veces en Lima la reamistad hispano-venezolana. Zapatero dijo que el rey le había encargado expresar su respeto por las instituciones venezolanas. Pero, ¿cómo respetar a una institución como la presidencia de Venezuela que un día si otro también ultraja de la manera más abominable a quien se le pone por delante, como a Merkel la otra semana o a Bush y Uribe casi todos los días?


Francisco R.Figueroa
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La Interpol acorrala a Chávez y Correa

La Interpol ha puesto contra las cuerdas a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa al certificar la autenticidad de las computadoras de la Farc y que sus contenidos no están manipulados. Hay archivos que vinculan inquietantemente a ambos presidentes, al venezolano sobre todo, con esa organización terrorista y narcotraficante colombiana.

El secretario general de la Interpol, el estadounidense Ronald Kenneth Noble, de 46 años, presentó este jueves en Bogotá las conclusiones de la investigación sobre tres computadoras y cinco unidades externas de memoria halladas en el campamento guerrillero en Ecuador donde, el 1º de marzo pasado, murió por un bombardeo aéreo colombiano el «número dos» de las Farc, «Raúl Reyes» (Luis Edgardo Devia Silva).

La Interpol es la tercera organización más grande del mundo, detrás de la ONU y la FIFA, con 186 países miembros. Al cabo de un largo, laborioso y exhaustivo análisis de esos equipos informáticos, a pedido de Bogotá, ha certificado que pertenecían a Reyes y que no fueron manipulados por el gobierno colombiano. La Interpol no ha entrado en los contenidos; sólo en la parte técnica.

Lo más destacado del contenido de esos equipos informáticos es que Chávez parece que aportó dinero, armas y contactos a las Farc y ésta fondos para la campaña electoral de Correa. Hay aún muchísima información desconocida que puede enlodar más aún a ambos presidente, dada la intensidad del relacionamiento.

Las conclusiones de la Interpol fueron presentadas en Bogotá mientras Correa acababa en París una gira europea, con escalas en Madrid y Bruselas, tratando de ahormar voluntades. Ha dicho en todos los tonos posibles y cuantos han querido escucharle que nada tiene que ver con las Farc. Ha llegado a decir que el gobierno de Álvaro Uribe, con el que se peleó por la incursión que mató a Reyes, «sembró» los equipos informativos en el campamento que había atacado. Un dislate que merca su menguada credibilidad. Su gira ha podido servir de poco.

Es posible que Correa sea sincero en lo concerniente a su persona. Pero nadie garantiza a algunos de sus allegados. Su ministro de Seguridad, Gustavo Larrea, y un coronel «bolivariano» llamado Jorge Brito están en entredicho. ¿Dónde fueron a parar los 100.000 dólares que entregó Reyes a Brito para la campaña electoral de Correa si éste nada sabe de ese dinero? En el entorno de Correa actúa gente tratando de orientar los cambios institucionales en curso hacia Caracas y el chavismo. ¿Es tan ingenuo Correa como demostró recientemente cuando se percató de que la cúpula militar y los servicios secretos ecuatorianos le engañaban con la CIA? ¿Por qué la gente de las Farc andaba por Ecuador como Pedro por su casa y con la vista gorda de las autoridades locales tenía levantados cerca de una decena de campamentos en el norte del país donde recibían hasta visitas de simpatizantes extranjeros?

En cuando a Chávez, sus relaciones con las Farc son antiguas, por lo menos desde 1992. Son notorias, estrechas e intensas. De él y de colaboradores suyos, como el ministro del Interior, el ex capitán de navío Ramón Rodríguez Chacín. Chávez se ha reunido repetidamente con los jefes de las Farc, comenzando por el propio Reyes; ha defendido a los terroristas, les ha dado santuarios y todo tipo de facilidades en Venezuela y le ha otorgado a la guerrilla la condición de fuerza beligerante. Según las computadoras de Reyes, Chávez donó dinero y armas a la Farc y les iba a poner en contacto con traficantes internacionales de armamento. Las Farc iban a entrenar a elementos chavista en tácticas guerrilleras. O lo han hecho.

Chávez y sus allegados han hecho esfuerzos denodados para desprestigiar a la Interpol. Han repudiado el dictamen y han desacreditado a la Interpol, han despellejado a Noble hasta convertirlo en una piltrafa y han amenazado a Colombia con represalias. Ello prueba la profunda preocupación que hay en Caracas en estos tiempos en que Chávez aparece alicaído, desde que perdió el referéndum constitucional, a raíz del los documentos que lo imputan como aliado de las Farc, en medio de una severa crisis económica interna que el chavismo no sabe como abordar y con la división de la base oficialista.

Por informes contenidos en los computadores de Reyes fue detenido en Tailanda un traficante de armas, se encontró el uranio empobrecido cerca de Bogotá o se halló casi medio millón de dólares en San José de Costa Rica. Citando información contenida en los tres computadores, las autoridades colombianas han señalado que las Farc tienen contactos con centenares de organizaciones en diferentes países, especialmente en México, Ecuador, Argentina, Perú, Paraguay, República Dominicana, Costa Rica y Venezuela.

Las conclusiones de la Interpol abren diferentes interrogantes sobre cómo quedaran las maltrechas relaciones de Colombia con Ecuador y Venezuela, qué harán otras naciones latinoamericanas que han mantenido una prudente distancia y, más que nada, cómo reaccionará Estados Unidos tras la confirmación de los vínculos de Chávez y Correa con una organización terrorista.

Francisco R. Figueroa
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