Francisco R. Figueroa
✍️13/12/2022
Perú amontona muertos –van al menos siete– en las algaradas que estallaron a raíz de la caída del golpista Pedro Castillo, mientras México, Argentina, Colombia y Bolivia azuzan irresponsablemente ese conflicto cuyo origen es la patada desesperada a la Constitución de un presidente desastroso y muy fatigado.
Esos cuatros países –gobernados por izquierdistas de distinto pelaje– anunciaron que siguen reconociendo al golpista Castillo aunque haya sido destituido y sustituido por la vicepresidenta Dina Boluarte, por iniciativa del Congreso peruano y con estricto y escrupuloso apego a la Constitución nacional, por 101 votos a favor y solo seis en contra, tal como les ha respondido el gobierno de Lima.
Es significativo que Chile guarde un prudente silencio. ¿Por qué el progresista Gabriel Boric no se ha sumado a esa intentona internacional de contragolpe? Seguramente por responsabilidad.
La pregunta pertinente es si el populista Andrés Manuel López Obrador, que pasa por ser el principal valedor de Castillo; el peronista Alberto Fernández, vicario de la condenada Cristina Fernández, y que ha cambiado de chaqueta pues previamente había felicitado por teléfono a Boluarte; el exguerrillero Gustavo Petro o Luis Arce –sacristán de Evo Morales, o este mismo, tan entrometido en la cuestión peruana– animaron previamente al acorralado presidente a actuar contrariamente a sus facultades constitucionales, en el desastroso autogolpe del miércoles.
Las cancillerías de México, Buenos Aires, Bogotá y La Paz no metieron en su manifiesto a favor de Castillo a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Menos mal.
La ruptura del estado democrático peruano es tan clara que hasta la esposa de Castillo, Lilia Paredes, le espetó atemorizada por su insensatez: «¿Pero qué has hecho, Pedro?», tras la fechoría anticonstitucional de disponer el cierre del Congreso, la intervención del sistema judicial, la asunción de poderes extraordinarios de dictador y la convocatoria de una constituyente.
Todo ese arsenal de medidas no pasó de los papeles que leyó un tembloroso Castillo porque encontró al instante el rechazo de las fuerzas armadas y policiales, el silencio de los timoneles de la economía, la desbandada de sus ministros, el vacío de la calle y a un Congreso veloz en la reacción.
A los cuatro mandatarios no les ha interesado dejar constancia en ese escrito de que Castillo actuó contra la Constitución peruana. Solo resaltaron que fue quien ganó las últimas elecciones y fue víctima de un «antidemocrático hostigamiento» desde su primer día en el poder, lo que es cierto. Y también fue blanco del desprecio y los prejuicios de muchos peruanos. Pero esa enorme hostilidad al antiguo maestro de escuela rural devenido en inepto presidente por parte de las belicosas derechas no justifica que pudiera patear impunemente el frágil tablero constitucional en un país castigado por una pertinaz crisis institucional.
Es lógico que tras el autogolpe fallido, la destitución dentro de los cauces legales peruanos y su intento de huida a México, Castillo haya sido puesto a disposición judicial. Esto no viola ninguno de sus derechos humanos. Los cuatro mandatarios han recibido en ese sentido el reproche de Human Rights Watch por su «lamentable» actitud cuando «América Latina debe apoyar a Perú defendiendo el estado de derecho».
Los cuatro entrometidos han dado una inyección de vitalidad a Castillo, que en una carta manuscrita en su prisión del fundo Barbadillo, se ha crecido. Se describe como un mártir «humillado, incomunicado, maltratado y secuestrado» al tiempo que se sigue considerando presidente, «fiel al mandato popular» dentro de sus «altas y sagradas» funciones. Y tilda de «usurpadora» y de «mocos y babas de la derecha golpista», de repugnante, en una palabra, a Boluarte, su sustituta constitucional y su compañera de fórmula electoral.
De Cajamarca a Arequipa pasando por Lima o Cuzco se han registrado todo tipo de algaradas, aunque sin que parezcan ser un alzamiento organizado ni obedecer a un liderazgo común. Todos repiten consignas y prédicas de las distintas izquierdas peruanas: libertad para Castillo, cese para Boluarte, cierre del Congreso, anticipo electoral y una asamblea constituyente.
Ha habido enfrentamientos con la policía, barricadas, bloqueos de carreteras y aeropuertos, quema de vehículos, desmanes, saqueos, pillaje, vandalismo, destrucción de instalaciones fabriles, suspensiones del transporte de pasajeros, cercos a universidades, suspensiones de clases en seis regiones, quemas de vehículos y ataques a medios de comunicación. Ya van siete muertos por armas de fuego y 200 heridas, incluidos 30 policías.
Desde el gobierno han tenido que dar garantías de que Boluarte no renuncia, ni tampoco sus ministros. ✅
PE: El gobierno chileno de Gabriel Boric reconoció expresamente, el día 15, a la presidenta Boluarte, desmarcándose así de la posición común a favor del golpismo de Argentina, México, Colombia y Bolivia. Trataron de que Boric se sumara pero, a la vista del tono, rechazó hacerlo.
2 comentarios:
Esta vez si Figueroa estoy completamente de acuerdo con todo lo que escribes.
Es una vergùenza lo que esa canalla está haciendo contra Perú.
También manifestar mi sorpresa por el silencio de Zapatero, habituué de todas estas pichangas.
Imagino estará muy ocupado acolitando a Maduro en las "y que..."conversaciones de paz (?)
No escribo, caro amigo, para complacer a nadie, 😃. Cuento las cosas a mi honesto entender, de la manera que las percibo. Cuando en agosto escribí que Lula ganaría en primera o segunda vuelta no era –como algunos lectores creyeron– que soy un lulista porfiado. No. Era lo que yo veía. Y ocurrió. Tengo nariz de podenco 🤗
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