Perú: Elecciones balsámicas

Francisco R. Figueroa

✍️21/12/2022

El Congreso del Perú ha logrado aprobar, a trancas y barrancas, un adelanto electoral, con la esperanza de que sirva para restañar un país malherido, agobiado por una crisis tan persistente como vasta.

Se adelantan las elecciones a abril de 2024, dos años respecto al lapso constitucional de cinco, tal como propuso la nueva presidente, Dina Boluarte, en medio de los graves desordenes promovidos por los partidarios del destituido y encarcelado Pedro Castillo, unos días de furia que dejan ya veintisiete muertos y varios cientos de heridos, aparte la destrucción de propiedades publicas y privadas.

El Congreso unicameral –muy fragmentado, envilecido y desacreditado–, reconsideró este martes su rechazo de cuatro días antes y aprobó por mayoría de 93 a 30 el adelanto, aún condicionado, por tratarse de una reforma constitucional, a una segunda votación en el siguiente periodo de sesiones parlamentarias, a partir de marzo próximo.

Hay que ver cómo reacciona el sector de población embravecido que ha causado tanta zozobra en días pasados para pedir de todo: la vuelta al poder del golpista Castillo, que echen a Boluarte, el cierre del Congreso, elecciones ya, que se instale una asamblea constituyente y que se vayan todos.

El bloque castillista, por así llamarlo, de tres formaciones izquierdistas dispares, que han azuzado las revueltas y pretenden liquidar el ordenamiento constitucional impuesto en 1993 por el fujimorismo, exige un referéndum simultáneo a las elecciones generales para tratar de legitimar la convocatoria de una asamblea constituyente, que ahora es imposible de acuerdo con el sistema legal peruano.

¿Ese adelanto resolverá el problema? ¿Apaciguará a Perú? No parece. Pero debería servir de bálsamo en la fase aguda actual de la pertinaz crisis. El 80% de peruanos dicen las encuestas que desea el adelanto electoral, un 70% rechaza a Boluarte y un 75% se declara poco o nada optimista sobre el futuro. Casi un 40% desea un golpe militar y cerca de la mitad, la disolución del Congreso. Boluarte afirma que Perú necesita «voltear la página», recuperar «la paz social y darle estabilidad y gobernabilidad a la patria» y «colocar por encima de las aspiraciones e intereses personales, los intereses de la nación».

La previsión de los extremistas de Perú Libre es que «la convulsión continuará» por la exclusión del referéndum para la constituyente, que es su principal objetivo. Dependerá en gran medida de su líder, Vladimir Cerrón, un entusiasta del castrismo condenado por meter la mano donde no debía cuando fue gobernador regional.

En busca de alivio para una crisis tan exagerada, Boluarte ha integrado su segundo gobierno en tan solo diez días. Ha nombrado un nuevo primer ministro y los titulares de cuatro carteras, Interior y Defensa entre ellas. El nuevo premier, Luis Alberto Otórola, era el anterior ministro de Defensa y ya ha sido responsabilizado por algunos dirigentes de la izquierda por «la brutal represión», la «militarización y las muertes» durante las algaradas.

Pero nada, absolutamente nada, garantiza tampoco que en las elecciones adelantadas no se vuelva a «votar mal», como dijo el peruano más célebre que ocurrió en 2021.

Cuando el año pasado los peruanos eligieron presidente a Castillo, un oscuro y confuso maestro de escuela rural, el Premio Nobel Mario Vargas Llosa hizo ese juicio. «Votaron mal y lo pagarán caro», vino a decir como orador en la convención del derechista Partido Popular (PP), en Sevilla. 

Y todo apunta a que los peruanos «votan mal» desde que en 1990 despreciaron al escritor como presidente y se abrazaron al entonces ilustre desconocido Alberto Fujimori, también oscuro y confuso, pero, acoplado inmediatamente a los militares y el servicio secreto, dominó su país durante un decenio, hasta que tuvo que huir al extranjero y renunció por fax mientras el Congreso lo destituía. Hoy, ya octogenario, cumple 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad.

Todos los mandatarios peruanos escogidos desde entonces han acabado mal y han inscrito sus nombres en la parte ignominiosa de la historia patria. Incluso acabaron tan mal como el dos veces presidente Alan García, que se mató de un tiro cuando la justicia llamó a su casa para llevarle preso. ✅

franciscorfigueroa@gmail.com


2 comentarios:

Anónimo dijo...

"y pretenden liquidar el régimen constitucional impuesto en 1993 por el fujimorismo" Oximoron?

Francisco R.Figueroa dijo...

La constituyente de 1992 fue elegida bajo la presión y el ventajismo del régimen autoritario de Fujimori y sin la participación de fuerzas políticas representativas como el Apra y el PPC. Y en el ajustadísimo referéndum aprobatorio pasó otro tanto. Impuesta, pues, por el fujimorismo.