Francisco R. Figueroa
✍️23/11/2023
El Partido Liberal (PL), que acogió a Jair Bolsonaro hace un año para que pudiera buscar la reelección y ha logrado ser primera fuerza parlamentaria de Brasil, solicita al Tribunal Electoral la anulación de las votaciones del 60% de las urnas electrónicas usadas en los recientes comicios, con lo que el ganador, Luiz Ignácio Lula da Silva, perdería.
Se trata de un nuevo golpe de efecto para caldear al cada vez más alicaído movimiento golpista callejero del bolsonarismo radical, que ha comenzado, según contó «Folha de S Paulo», a invocar la intervención de los extraterrestres contra Lula ya que los militares no hacen nada en ese sentido.
Esto daría una idea clara de la clase de fanáticos que hay detrás de Jair Messias Bolsonaro.
El PL, altavoz de Bolsonaro, aduce que pudieron haber fallado todas las urnas fabricadas antes de 2020 por presentar un problema de identificaciones al llevar el mismo número de serie.
No aporta pruebas de fraude ni de fallos concretos en el registro correcto de los millones de votos tecleados en esas urnas y limita el problema a la segunda vuelta electoral del 30 de octubre en la que se consumó la victoria de Lula.
Sin embargo, esas mismas urnas habían sido usadas también en la primera vuelta del día 2, de la que el PL surgió como la primera minoría en la Cámara de Diputados y el Senado Federal.
Por lo demás, y sin ir más lejos, si esas urnas fallaron el 30 de octubre, lo mismo habría ocurrido en 2018 en las elecciones que convirtieron a Bolsonaro en presidente de Brasil. Y por añadidura habría que anular todas las elecciones presidenciales, legislativas, regionales y municipales celebradas en Brasil desde la adopción de las urnas electrónicas en 1996. Un disparate.
Se basa el PL en un «estudio técnico» hecho por una empresa privada pagada por el partido. Ninguna de las otras treinta y una formaciones políticas que participaron en los recientes comicios ha puesto el menor reparo a las urnas, a las que Bolsonaro combate desde hace unos años cuando la mayor parte de su larga vida pública ha emanado de ellas.
Este partido tiene como líder a un clásico de la política brasileña durante los últimos treinta años. El diputado Valdemar Costa Neto (73) ha estado implicado en todos los grandes casos de corrupción de los últimos veinte años. De hecho fue condenado por uno de ellos a siete años de prisión y tuvo que renunciar en dos ocasiones a su escaño.
Costa Neto estuvo vendido, literalmente, a Lula en su primer gobierno. Era uno de los que se llenaban los bolsillos con lo que se dio en llamar el «mesalão», de los diputados rentados por el gobierno de entonces, del que un Lula muy afligido logró desmarcarse a duras penas, hasta el punto de lograr al poco la reelección.
Ahora Costa Neto se entiende con Bolsonaro y le ha ofrecido al todavía presidente abundante dinero y toda clase de regalías para que dirija el gigantesco movimiento ultraconservador brasileño desde el liderazgo del PL. Y Bolsonaro utiliza a Costa Neto como recadero y sirviente.
De modo que, según el partido de Bolsonaro, cerca de 280.000 urnas pudieron fallar estrepitosamente, precisamente cuando le conviene a él y solo entonces. Aunque el jefe del estudio haya declarado a periodistas que la posibilidad de fallo se habría podido dar en todo el proceso electoral. El presidente del Tribunal Electoral, Alexandre de Moraes, gran validador de la victoria de Lula, ha dado un plazo perentorio de 24 horas al partido para que explique ese prodigio.
Las urnas fueron sometidas a más de una decena de peritajes antes de las elecciones, pero solo el análisis pagado por el partido del candidato presidencial perdedor ha detectado el problema.
El PL no es la formación natural del ultraderechista Bolsonaro sino solo un «partido refugio» al que huyó, en diciembre último, tras fracasar la creación de una agremiación, la Alianza por Brasil, ultraderechista, nacionalista, populista, anticomunista y militarista, o sea, a su imagen y semejanza.
El PL es, de hecho, el décimo partido al que se ha afiliado Bolsonaro –un portento de transfuguismo– en sus tres décadas de vida pública.
Según el «escrutinio» del PL, descontados los votos emitidos en esas exactamente 279.336 urnas, de un total de 472.000 usadas, es decir, arrojado a la basura la decisión de aproximadamente dos de cada tres electores brasileños, Bolsonaro derrotó a Lula con el 51,05% de los votos.
Justo lo contrario de lo que sucedió.
El bolsonarismo ha hecho de todo contra la victoria incuestionable de Lula. Movimientos extremistas antidemocráticos y golpistas como cientos de cortes de autopistas y carreteras, manifestaciones ante los cuarteles para que los militares tomen el poder y, por último, un acto tan descabellado como esperpéntico: mandar con el móvil señales luminosas al cielo para que los extraterrestres impidan la toma de posesión de Lula. Aunque otra versión asegura que hacían un pedido de socorro a los militares a través de un dron.
La finalidad del PL con esa acción ante el Tribunal Electoral es estimular la teoría de que Bolsonaro fue robado en las urnas. Así atiza las algaradas de los más radicales. Combustible para el extremismo golpista, para que en el país del fútbol la tensión política no afloje por el mundial. Ni más ni menos.
Hay que mantener los tumultos y los ánimos caldeados para tratar de convertir en un infierno la toma de posesión de Lula, prevista para el próximo día de Año Nuevo, y marcar así el comienzo de la campaña de Bolsonaro para las elecciones locales de 2024 e intentar la reconquista del poder en 2026. Y hay que mantener unidas las derechas, que tienen frágiles ligaduras, en torno a Bolsonaro para neutralizar liderazgos conservadores emergentes, como los gobernadores Tarcísio de Freitas (São Paulo) y Romeu Zema (Minas Gerais). ✅
PE: El Tribunal Superior Electoral rechazó un día después la petición del partido de Bolsonaro y le impuso una multa de casi 23 millones de reales (más de cuatro millones de dólares) por haber litigado de mala fe y usado argumentos falsos para cuestionar las urnas electrónicas. Dichos argumentos, dice el Tribunal, «atentan ostensivamente contra el estado democrático de derecho y tienen la finalidad de estimular los movimientos delincuenciales y antidemocráticos» que se desarrollan en el país desde la noche de la victoria de Lula.
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