✍️17/11/22
Deprimido, apático y enclaustrado en su palacio. La derrota electoral ha dejado en el abismo a Jair Bolsonaro. Y en bermudas.
No hay noticias ciertas sobre la profundidad del precipicio al que ha podido caer, pero un columnista del digital de Brasilia Metrópoles, citando a allegados al mandatario, apunta ese calamitoso estado anímico y, además, la posibilidad de una renuncia cuando apenas le restan seis semanas en el cargo.
El influyente Folha de S. Paulo sostiene que Bolsonaro ha delegado la tarea diaria de gobierno en el vicepresidente, Hamilton Mourão, un general retirado con el que últimamente estaba a las malas.
Trascendió que Bolsonaro sufría una erisipela en una pierna como consecuencia de la infección de una quemadura que se hizo montando en moto. No puede llevar pantalón y, como justifica el general Mourão, no va a ir de bermudas al despacho presidencial.
Ni siquiera aparece por las redes sociales, en las que mantenía una actividad frenética con millones de seguidores. La erisipela no se lo impediría y puede agitar en bermudas. Sus voceros oficiales también se han quedado mudos, como practicamente sus tres intrépidos hijos mayores, todos con cargos de elección.
Hay quien sostiene que está encerrado a la espera de una circunstancia adecuada a sus intereses, mientras sus seguidores más extremistas mantienen en las calles desde la noche electoral un movimiento antidemocrático con la intención de forzar un alzamiento militar para anular las elecciones.
Pero, claro, resulta que las elecciones no han sido solamente presidenciales sino también legislativas y regionales, en las que el bolsonarismo salió bastante bien librado. ¿Entonces, qué anulamos?
Tanto silencio, según otros, perjudica el esperado liderazgo del excapitán del Ejército al frente del heterogéneo conservadurismo brasileño, que va del neofascismo a la derecha clásica, e «irrita», según la radio CBN, a los dirigentes de las formaciones que han crecido en representación parlamentaria y estadual subidas en la grupa del fenómeno Bolsonaro, especialmente a los del Partido Liberal (PL), al que el mandatario se afilió in extremis para poder disputar las pasadas elecciones tras haber fracasado el proyecto de legalizar un movimiento a su imagen y semejanza.
Mourão ironizó con la desaparición de la circulación de Bolsonaro. «Está en un retiro espiritual», dijo. Quizás en una cura de soberbia, de arrogancia, de fanfarronería y de una ceguera que le impidió siquiera contemplar la posibilidad de derrota. Creía que demonizando al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y sembrando el odio contra su rival, lo vencería. Ganó Lula sin demasiada holgura.
Desde que perdió las elecciones, el 30 de octubre pasado, Bolsonaro solo ha aparecido una vez en público, con brevedad, básicamente para agradecer a sus votantes pero sin reconocer explícitamente su derrota. Tampoco alegó fraude, lo que supone un comedimiento en un personaje forjado y curtido en los bajos fondos de la política brasileña y un discípulo aplicado del estadounidense Donald Trump. Una segunda vez distribuyó un video, donde aparecía con cara de funeral, dirigido a sus seguidores que tumultúan la vida pública en demanda de que los militares se alcen contra la victoria de Lula, que la Justicia califica de «incontestable».
Mientras, el presidente electo va a todo vapor y ocupa ya el espacio público en una transferencia radical de poder y una vuelta a la escena internacional, que Bolsonaro tenía abandonada.
Es un momento muy duro para Bolsonaro ya que es la primera vez que pierde unas elecciones y se queda sin mandato desde que en 1989 optó por la política tras verse forzado a dejar el Ejército con deshonra.
Según Mourão, Bolsonaro tiene que darse cuenta de que su gran caudal de votos puede transformarse en muchos cargos municipales en las elecciones locales de 2024 y dos años más tarde en su retorno a la presidencia.
Quizás le sirva de acicate a Bolsonaro que su admirado Trump, derrotado en las urnas como y él y, asimismo, sin haber reconocido ese fiasco, haya decido meterse en la carrera de las presidenciales de 2024.
La ultraderecha rumia la derrota y lamenta la oportunidad que Brasil ha perdido de vivir una etapa de «grandeza» cuando, en verdad, el prodigio de Bolsonaro es haber forjado un país virtualmente en escombros, partido en dos y envenenado. Una desgracia.
Lula es consciente del titánico trabajo de reconstrucción que tiene por delante y, en entrevista al «New Yorker», se confesó «asustado» por el enorme optimismo que su victoria ha generado. ✅
8 comentarios:
Un resumen perfecto de la actual situacion en Brasil. No sorprenderia si sus fanáticos, de uniforme o no, intenten otros movimentos para crear focos de caos en algunos sectores.
Qué pena! Por el pueblo brasileño!😪
Excelente comentario! A pesar de las manifestaciones, acá no hay vuelta atrás , lastimosamente, la izquierda gobernará de nuevo.
No lamente. Un principio básico de la democracia es la alternancia en el poder. Y recuerde que los dos primeros gobiernos de Lula fueron buenos para Brasil. No tanto como él asegura, pero buenos, con crecimiento y disminución notable fe la a miseria
Seguro que también hay gente sembrando de minas el camino.
Fraude nas urnas não é nada democrático.
Alegar «fraude nas urnas» quando perderam é uma artimanha muito antiga.
O magnata Charles Foster Kane tinha prontas, no seu jornal, duas manchetes de capa para o dia após as eleições: «Kane eleito», para sua vitória, ou, caso de derrota, «Fraude nas urnas». Velho ardil, mesmamente.
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