A. Latina alumbra un foro antiyanqui

Entre gritos de «¡sea varón; dé la cara!» y «¡vete al carajo!» nació con pelambrera antiestadounidense, en Playa del Carmen (México), el martes 23 de febrero, un nuevo organismo, aún sin rostro, nombre ni forma, para la unidad de América Latina.

La casa común latinoamericana siempre ha sido una quimera porque los buenos propósitos expresados durante 200 años por sus líderes chocaron con los fuertes y abundantes antagonismos en la región, como el encontronazo, en la misma sala mexicana del parto, entre Álvaro Uribe, cuestionando la hombría de Hugo Chávez, y éste carajeándole, y todo porque el primero comparaba el embargo estadounidense a Cuba con las represalias comerciales venezolanas contra su país y el segundo replicaba que desde Colombia había llegado una legión de gente para asesinarle. Las peleas ente ambos han sido moneda corriente en los últimos años.

El país más complacido por el nacimiento del nuevo foro latinoamericano pareció Cuba, porque nadie puso la democracia como condición de membresía ni tampoco hubo a Raúl Castro ninguna pregunta por el preso político que a esa misma hora agonizaba y moriría por la tarde en La Habana, ni por ninguno de más de 200 prisioneros de conciencia que mantiene la anquilosada dictadura cubana.

De hecho, la nueva comunidad fue auspiciada por las naciones con gobiernos de izquierda, mientras que los de derecha aplaudieron o se limitaron a expresar sus reservas en privado o con la boca chica.

En realidad, los gobernantes que se reunieron en la Riviera Maya ahondaron en el compromiso que alcanzaron en diciembre de 2008 en otro balneario exótico, el de Costa Do Sauipe, en Brasil, de construir una comunidad de estados latinoamericanos, en este año emblemático cuando comienza la celebración del bicentenario de las independencias de las repúblicas hispanoamericanas.

Difirieron cualquier concreción a una nueva conferencia en la cumbre, la del 2011 en Venezuela o la de 2012 en Chile. Raúl Castro ha dejado claro, con la boca llena de palabras rimbombantes sobre la trascendencia histórica de la creación de la comunidad latinoamericana, que la puesta en marcha de la misma se haga el año que viene en casa de Hugo Chávez, mejor que un año más tarde en la de Sebastián Piñera. Se nota que no confía en el nuevo mandatario chileno, que es un empresario de derechas, valga la redundancia.

Castro ya ha pedido que dentro de la comunidad se respete el sistema político de cada país, es decir, que nadie le pida a Cuba que se democratice, cosa que mientras él y su hermano vivan o la vieja guardia castrista resista no va a ocurrir. Gobernantes como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ̶ ese «líder indiscutible de América Latina del que hablaba su colega mexicano, Felipe Calderon ̶ ha dejado clara su falta de escrúpulos en ese sentido. En silencio sobre la cuestión de fondo ̶ un silencio cómplice, le han dicho en Brasil ̶ , también ente los disidentes, que le pidieron una entrevista. Acabada la cumbre de Playa del Carmen, Lula fue a La Habana para su cuarta visita oficial a Fidel Castro en medio del huracán causado por la muerte, tras 86 días en huelga de hambre, del disidente Orlando Zapata, sin hablar del fallecimiento de un obrero como él fue ni acordarse de ha postulado a su sucesión a una mujer como Dilma Rousseff que fue encarcelada y torturada por una dictadura. Lula se lavó las manos en La Habana con el cadáver de Zapata aún tibio y mientras aumentaba la represión a los disidentes.

El nuevo organismo continental se pretende sea una suerte de Organización de Estados Americanos (OEA) sin Estados Unidos ni Canadá, pero con Cuba. Tanto esfuerzo para darle cuartel a la dictadura castrista, la última en América Latina y más larga que ha conocido el Continente que hoy – como afirmaba Reporteros Sin Frontera – se presenta «como una tiranía agonizante que precipita su caída sin honor».

Ese nuevo organismo – y el boliviano Evo Morales lo dejó claro – ha sido engendrada desde el «antiimperialismo», es decir que sus padres putativos son Hugo Chávez, Daniel Ortega y él mismo, con el padrinazgo brasileño y sus ambiciones geopolíticas, la blandenguería de la Argentina kirchnerista y México, en una posición pro-izquierda que ha causado sorpresa y para las que aún no hay explicación. Aunque todos aplaudieron el nacimiento, algunos mandatarios torcieron el gesto. La mayoría cayó, pero el dominicano Leonel Fernández dijo que un proyecto así requiere «mayor madurez, mayor claridad y mayor definición».

Al mismo tiempo que quieren liquidar la inoperante OEA, los gobernantes invocan ese organismo hemisférico para marginar a Honduras de la cumbre de la Riviera Maya contentando a los países más radicales en ese asunto (Argentina, Brasil y Venezuela, sobre todo). El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, dijo que con la exclusión se pune al pueblo hondureño, que le eligió presidente el pasado 29 de noviembre en una decisión soberana para la que el gobernante pidió respeto. Colombia se quejó del desatino de excluir a Honduras y Lula desbarró hablando de una «junta militar» de Gobierno, que en Tegucigalpa nunca existió, y de la «convocatoria equivocada» a las elecciones que ganó Lobo, que, por cierto, fue hecha por Manuel Zelaya antes de los incidentes que desembocaron en su destitución. Chávez llegó a clamar por respeto para Zelaya y los suyos y defender la necesidad de que en Honduras haya un juego político democrático, algo que internamente en Venezuela claramente no se da.

Todos – particularmente Lula y Chávez con sus ambiciones geopolíticas – quieren un organismo regional nuevo pesando en que lo podrán manejar, es decir, en hacer el mismo papel que le atribuyen a Estados Unidos en la OEA. Brasil y Venezuela disputarían a dentelladas la primacía. Aunque Lula acaba su mandato dentro de diez meses, su nombre ha sido propuesto por Chávez para dirigir el nuevo organismo latinoamericano.

Washington no cree que todos los países de América Latina estén por liquidar la OEA y le parece bien la creación de un espacio de mayor cooperación entre las naciones latinoamericanas. Pero se ríe para sus adentros, al recordar con mucha diplomacia que la región ha conocido una proliferación de institución de integración con mucha retórica, dudosa eficacia y magros resultados, sin ir más lejos la cacareada Unión de Naciones Suramericanas, que nació en 2008 bajo el signo de la discordia pues la mayoría de sus miembros tienen pendencias con sus vecinos, algunas tan frescas y aguerridas como las de Colombia, Venezuela y Ecuador, y otras de épocas decimonónicas como las de Chile, Bolivia y Perú.

El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y el saliente jefe de Estado de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, creen que América Latina ha vuelto a los tiempos de la Guerra Fría.

Arias ha hablado – sin citar a Chávez, Morales o los demás gobernantes izquierdistas, pero lo hizo delante de todos ellos – de que andan escleróticos e hipertrofiados en los oxidados vagones del pasado, caminando resueltamente hacia atrás, y en las trincheras ideológicas que dividieron al mundo durante la Guerra Fría. A su juicio los verdaderos demócratas se muestran combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad pero no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias, como hace Chávez. En su discurso de despedida, en esa cumbre de la Riviera Maya, afirmó que América Latina esta cansada de promesas huecas.

Sanguinetti, por su parte, también habló de una Guerra Fría fuera de tiempo y de hipertrofia así como recordó la nula utilidad por las profundas diferencias entre los países miembros suramericanos que ha tenido la Unasur, que también fue formada a instancias de Chávez y sus afines ideológicos.

Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com

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