Hasta que el presidente de Estados Unidos, George Bush, decidió hacer una gira por América Latina, su homólogo venezolano, Hugo Chávez, parecía un entusiasta de los biocombustibles. Por eso han desconcertado los ataques viscerales que ha hecho contra este tipo de carburantes después de que los presidentes de Brasil y Estados Unidos sellaran, la semana pasada en São Paulo, una alianza estratégica para impulsar los biocombustibles.
Después de que Bush y Lula da Silva firmaran ese alianza, Chávez, durante la «contragira» simultánea que hizo, dijo entre otras cosas que «pretender sustituir la producción de alimentos para animales y seres humanos por producción de alimentos para vehículos, para darle sustentación al “american way of life” (modo de vida norteamericano) en el que cada quien tiene un vehículo, es una cosa loca de remate». La cuestión, según el impetuoso líder venezolano, «es aún más grave» ya que «estaríamos usando tierras fértiles, el agua disponible, tecnología, maquinaria, fertilizantes, etc., no para producir alimentos para las personas, sino para abastecer a los vehículos de los ricos».
Esto lo dice el jefe de Estado de una nación que produce cotidianamente más de 3.000.000 de barriles –que cuestan en el mercado 150 millones de dólares cada día o casi 55.000 millones de dólares al año– y que exporta a Estados Unidos casi la mitad de todo ese crudo.
Chávez fue más lejos al exigir a los gobiernos de las naciones de Centroamérica y el Caribe que no produzcan etanol. Pidió «a todos los países hermanos», entre los que citó a Brasil, que «las tierras que se usan para sembrar caña de azúcar y maíz para ese combustible se destinen a producir alimentos para la gente».
En Venezuela se ha recordado después que la petrolera PDVSA (el monopolio estatal del crudo) compra etanol a Brasil y lo usa para sustituir el tetraetilo de plomo en la gasolina ecológica. En distintas ocasiones, durante los últimos dos años, Chávez se refirió a la integración de Venezuela con Brasil para la producción de etanol, del que PDVSA consume unos 30.000 barriles diarios. En presencia de Lula da Silva, a quien dirigió sus palabras, anunció la construcción en Barinas, su tierra natal, de un complejo azucarero, con tecnología brasileña y apoyo cubano. Agregó que allí mismo aspiraba a instalar la planta de producción de etanol y que Venezuela necesitaba duplicar su producción de caña de azúcar para producir el biocombustible, un proyecto de energía limpia del que destacó sus beneficios para el equilibrio ecológico, la agricultura y el empleo. Hace apenas tres semanas, los ministros de Energía de los gobiernos de La Habana y Caracas firmaron un convenio para instalar en Venezuela once plantas de etanol. Pocos días después PDVSA anunció el montaje de 14 centrales azucareros y la siembra de 275.000 hectáreas de caña, entre 2005 y 2012, para producir 25.000 barriles diarios de etanol.
En Brasil han llamado a Chávez «bocazas» y «fanfarrón» por lo que califican de «desatinos». En tono irónico alguien propuso que Lula da Silva le responda: «Está bien, Chávez, aceptó no vender etanol para los autos de los ricos a cambio de que tu vendas petróleo al imperialismo americano».
Sin cintar a Chávez, en un discurso que divulgó el gobierno brasileño, que se interpretó como una educada respuesta al líder venezolano, Lula da Silva dice que su país «hace una contribución relevante el cambio de la matriz energética mundial y se presenta al mundo como un socio verdaderamente democrático». A renglón seguido, el presidente de Brasil sostiene que la decisión de impulsar la producción de los biocombustibles es una medida «soberana» a la vez que «competitiva» para entrar en el mercado mundial.
Brasil es al mayor productor mundial de etanol proveniente de la caña de azúcar con casi 18.000 millones de litros en el 2006, de los que aproximada exporta el 20%. Su experiencia en el campos de los combustibles biológicos se remontan a la década de los años setenta del siglo pasado, cuando durante el régimen militar se apostó por una fuente de carburantes alternativa al petróleo, cuya importancia secaba entonces las arcas del Estado. Actualmente Brasil produce cerca de un millón de barriles diarios de crudo que sumados al etanol garantizan el autoabastecimiento. El 70% del etanol comercializado en el mundo lo producen Brasil y Estados Unidos, este país a partir del maíz, del que es el primer productor mundial.
Los planes de los países desarrollados de que para el año 2020 el 20% del combustible sea de origen vegetal han dado al sector una nueva dimensión. A pesar de su gran producción, que aumentado a un ritmo del 30% anual, Estados Unidos es un fuerte importador de etanol. Argentina, que es el segundo exportador mundial de maíz tras Estados Unidos, acaba de adoptar una ley de promoción de los biocombustibles con la intención de pasar a producir 850.000 metros cúbicos anuales en el año 2010.
Bush y Lula da Silva, tienen previsto otro encuentro el 31 de marzo en Estados Unidos, en la residencia de Camp David. Después, Lula da Silva estará en Caracas los próximos 16 y 17 de abril para participar de un encuentro de gobernantes que tratará sobre energía.
Francisco R. Figueroa
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