Hugo Chávez ha dado una vuelta más a la manivela de su revolución al decretar la salida de Venezuela del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), los organismos multilaterales de Bretton Woods.
El anuncio, hecho en vísperas del Día del Trabajo, estuvo precedido por la cancelación a ambos organismos de la totalidad de la deuda venezolana, de unos 3.000 millones de dólares. Para Caracas, el FMI y el BM son «los cadáveres insepulto del viejo orden económico».
Ese orden mundial con el que Chávez pretende acabar fue establecido en julio de 1944 en la conferencia que tuvo por escenario el complejo hotelero de Bretton Woods, en News Hampshire, y refirmado en 1990 al nacer el llamado Consenso de Washington.
«Queremos decir adiós a las instituciones que impusieron sus recetas políticas durante años», dice Venezuela. «Hemos recuperado nuestra soberanía económica», proclama también.
Hugo Chávez pretende establecer un nuevo orden cuyos caballos de batalla son el ALBA (siglas de la Alianza Bolivariana para las Américas), que acaba de celebrar una cumbre de gobernantes –con Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua, más algunos estados caribeños como observadores– en Barquisimeto (Venezuela); el naciente Banco del Sur, al que naciones como Brasil se oponen, y, en general, las políticas de apoyo con petróleo barato y créditos blandos a las naciones latinoamericanas. Su motor es la empresa estatal de petróleos PDVSA que monopoliza la explotación de las ingentes reservas de crudo venezolanas y es una fabulosa máquina de producir dinero, a un ritmo diario de unos 120 millones de dólares (90 millones de euros)
El Gobierno de Caracas entiende que el afianzamiento de la soberanía nacional pasa por abandonar unos organismos neoliberales que, en su opinión, «nacieron para controlar a las naciones en vías de desarrollo». El Consenso de Washington, ideado para América Latina, tiene como pilares, junto a la disciplina fiscal y monetaria, la liberación del comercio y la entrada de inversión, y las privatizaciones. Dice Chávez que los países ricos imponen a los pobres el Consenso de Washington mediante el FMI y el BM, que son «los mecanismos del imperialismo».
Chávez preconiza todo lo contrario a lo que defiende el Consenso de Washington y las políticas fondomonetaristas y del BM. La toma desde hoy de los últimos campos petroleros explotados por empresas extranjeras es un paso más en su política exacerbadamente estatista y nacionalista, que incluye la toma por el control de actividades estratégicos como el eléctrico y las telecomunicaciones, así como de cuantos sectores se oponga a sus plantes revolucionarios, según las frecuentes amenazas que vierte.
«No dependeremos de lo que se decida en la Casa Blanca», clama Caracas. Actitudes como la que mantiene Estados Unidos en defensa a ultranza de la permanencia al frente del Banco Mundial de su presidente actual, Paul Wolfowitz, que fue «número dos» del Pentágono, halcón entre los «neocons» estadounidenses que rodean a George Bush y uno de los artífices de la invasión de Irak, acaban por darle argumentos a dirigentes como Hugo Chávez. La salida de Wolfowitz es un clamor entre lo diez mil empleados del Banco Mundial, naciones como las de la Unión Europea y decenas de ex directivos de la institución, por haberle subido considerablemente el sueldo (en unos 61.000 dólares al año) a su novia, Shaha Ali Riza, y promocionarla en el Departamento de Estado. Nepotismo por amor. El peso de Estados Unidos en la entidad (16,29%) es suficiente para que Washington bloquee las decisiones importantes, que se adoptan por mayoría del 85% del capital social de la entidad.
Chávez también ha amenazado con irse de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el caso de que se pronuncie contra la decisión de su gobierno de no renovarle la licencia de emisión a Radio Caracas Televisión (RCTV), lo que supondrá el cierre de la televisora decana de Venezuela, con más de cincuenta años de funcionamiento, en una medida de carácter político debido a que mantiene una línea editorial contraria al gobierno y sus postulados socialistas radicales. «Si la OEA llega a condenar a Venezuela, pues Venezuela se retirará de la OEA», sentenció Chávez. En la OEA están todas las naciones latinoamericanas, a excepción de la expulsada Cuba debido a que carece de un régimen democrático.
Francisco R. Figueroa
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