La debilitada autoridad de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo internacional ha recibido un mazazo con la puesta en libertad condicional del cubano-venezolano Luis Posada Carriles, a quien se responsabiliza, entre otros, de una masacre de 73 civiles inermes, pasajeros de un avión de vuelo regular que fue dinamitado sobre el Caribe.
Con independencia de que ese cubano-venezolana de vida turbia haya dedicado su existencia a combatir enconadamente a Fidel Castro, del carácter dictatorial del régimen de La Habana, de sus cárceles, de su represión, de que sus víctimas mortales pasen de ocho mil, sin contar centenas de miles en el exilio, de todo ello y de mucho más, pese a tantas cosas, Estados Unidos carece de argumentos para evitar que Posada Carriles sea juzgado por un acto de terrorismo como fue la voladura de aquel avión, de que le reclame Venezuela y de que Hugo Chávez sea el principal aliado del castrismo en el mundo.
Un tribunal de Estados Unidos dejó esta semana a Posada Carriles ir a casa, en Miami, con un grillete electrónico y sin atender un pedido reiterado de prisión con fines de extradición que le hizo Venezuela por aquella matanza, ocurrida en octubre de 1976, y cuya responsabilidad penal aún no ha prescrito. Venezuela hizo su petición a Estados Unidos de acuerdo a tratados bilaterales, internacionales y a la convención de la ONU sobre el terrorismo.
Nacido en Cienfuegos (Cuba), Posada Carriles fue confidente de la policía de Fulgencio Batista, contrarrevolucionario experto en explosivos antes de salir al exilio; soldado anticastrista en Bahía Cochinos y en la Operación Mangosta; militar de Estados Unidos, agente de la CIA en varios países del Caribe y asesor de los represores políticos en Argentina, Chile y El Salvador; aliado de las tramas negras fascistas italianas; cómplice en el asesinato del que fuera canciller del gobierno socialista chileno de Salvador Allende, Orlando Letelier; agente de la policía política de Venezuela, cuya nacionalidad adoptó, y torturador a mansalva de guerrilleros; organizador de varios atentados fallidos contra Castro; traficante de armas; activista a favor de «la contra» nicaragüense que con apoyo de Washington combatía al gobierno sandinista; mercenario de la Fundación Nacional Cubano Americana… Se sabe que Posada Carriles estuvo involucrado hasta al cogote en un sinfín de actividades anticastristas y contra las guerrillas y la izquierda latinoamericana. Hay cuantiosas pruebas.
Pero de todos ello ahora a este anciano (tiene 79 años) solo se le quiere pedir cuentas por la voladura del avión de Cubana de Aviación que, con 73 personas a bordo, cubría una de línea regular de Caracas a La Habana. Todos murieron sobre Barbados. Detenido, se fugó tres veces de cárceles venezolanas antes de que acabara el proceso por la voladura del aparato. Venezuela niega que Posada Carriles haya sido absuelto. Pendiente de juicio, agrega, se fugó por última vez en 1985, saliendo por la puerta principal de la prisión.
Documentos del FBI desclasificados muestra a Posada Carriles como autor intelectual de la voladura del avión, que parece fue tramada en Santo Domingo a la vez que el asesinato de Letelier. En unas declaraciones periodísticas, hechas en el 2005, Posada Carriles negó haber participado «jamás en una acción terrorista donde hubiera habido civiles». Desde que los servicios secretos cubanos detectaron su ingreso clandestino a Estados Unidos, procedente de América Central, en marzo del 2005, el gobierno de Washington se esforzó en negarlo. Detenido luego por haber violado las leyes de inmigración, finalmente ha obtenido la libertad condicional, bajo una fianza de 350.000 dólares, hasta que se vea su juicio por ingreso ilegal al país y falsedad en la solicitud de visado.
Como alega Cuba, al gobierno de Estados Unidos le habría bastado con certificar el carácter terrorista de Posada Carriles para impedir su liberación, de acuerdo a las leyes nacionales. Por otro lado, Estados Unidos tiene leyes claras respecto a que un terrorista no es apto para obtener la ciudadanía, la residencia, el asilo, ni evitar una deportación ni obtener un visado. Después del arresto, el Departamento de Seguridad Interna indicó en un comunicado que «generalmente, y como política de inmigración y ley, no se deporta a personas a Cuba, así como tampoco se deporta a personas hacia países que se cree actúan a favor de Cuba.» En el caso de Posada Carriles también debe influir el agradecimiento por los servicios prestados y, sobre todo, la necesidad de llegado a Venezuela acabe desvelando detalles de una infinidad de acciones de los servicios secretos de Estados Unidos en América Latina durante más de cuarenta años y un sin sinfín de relaciones peligrosas.
Con la libertad condicional de Posada Carriles y los oídos sordos puestos al pedido de extradición venezolano, Estados Unidos ha dejado clara su posición. No parece consistente una decisión judicial que hubo contraria a la extradición, basada en la Convención Internacional contra la Tortura, bajo la presunción de que llegado a Venezuela Posada Carriles sería sometido a castigos inhumanos porque en ese país comúnmente se somete a tormento a los detenidos.
El diario The New York Times ha afirmado que Washington sentaría un precedente muy dañino en su guerra contra el terrorismo si beneficia a Posada Carriles. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, se mostró a favor de la extradición a Venezuela. «Ojalá no imperen criterios políticos», dijo.
Cuba y Venezuela acusan al gobierno de George Bush de «hipocresía en su guerra mundial contra el terrorismo» y de mantener «una doble moral», al tiempo que calificaron de «desvergonzada» e «infame» una liberación que «busca comprar el silencio del terrorista sobre sus crímenes al servicio de la CIA, especialmente en la época en que Bush padre fue su Director General».
Tras la libertad condicional a Posada Carriles, los 118 estados miembros de la organización de Países No Alineados, en la que Cuba tiene un peso significativo, han suscrito las tesis de Caracas y La Habana, que encontraron anteriormente el respaldo, explícito o tácito, de otras entidades multinacionales, entre ellas la Cumbre Iberoamericana de jefes de estado y Gobierno.
Francisco R. Figueroa
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