Hace tiempo que la libertad de prensa estaba herida de muerte en Venezuela y ahora puede haber recibido la puntilla con el sometimiento de último canal privado de televisión adverso a Hugo Chávez, cuya popularidad en caída por la crisis de múltiples aristas que aflige al país amenaza su victoria en las legislativas de septiembre.
Con pretextos administrativos fue finiquitada hace tres semanas la difusión por cable de Radio Caracas Televisión (RCTV) después de que en 2007 esta misma emisora ― la mayor, más antigua, popular y aguerrida de Venezuela ―, quedara impedida de seguir emitiendo en abierto porque el Gobierno de Hugo Chávez le negó la renovación de la licencia. RCTV no se doblegó a los dictados del régimen como habían hecho, por ejemplo, Venevisión y Televen, las otras dos televisiones privadas con sede en Caracas. En el mismo acto otros cinco canales privados también quedaron impedidos de emitir por cable, pero ninguno de las dimensiones y significación de RCTV.
Ahora se ha puesto en práctica una operación largamente calculada para someter Globovisión, la última emisora de televisión opuesta a Chávez. Sus tres accionistas han quedado enfrentados y dos de ellos parece que fueron colocados frente a la posibilidad de ir a la cárcel y quedar en la ruina. Alberto Federico Ravell, el hombre que llevaba la batuta de la valerosa línea editorial opositora y socio minoritario, ha sido destituido por los otros dos accionistas, que parecen haber sucumbido a un acoso tormentoso, desmedido, costoso y asfixiante por parte del régimen chavista que ha logrado doblegar su resistencia.
El principal de ellos, con el 70% de las acciones, es Guillermo Zuloaga, «Zulu» para los amigos, que ha asumido públicamente la responsabilidad del despido de Ravell, al tiempo que se desvinculaba de cualquier componenda con Chávez. El otro, Nelson Mezerhane, con el 20%, guarda silencio, aunque la prensa local ha dicho que, aparentemente instrumentalizado por el oficialismo, trató de comprar las acciones de Zuloaga y Ravell (entre el 7 y el 10% del capital social) por unos 120 millones de dólares.
Hace tiempo que Chávez había echado la zarpa a Zuloaga y Mezerhane, causándoles serios trastornos y cuantiosos perjuicios económicos. Zuloaga, abogado, publicista y hombre de negocios, y su hijo Carlos Alberto tienen pendiente dos juicios penales iniciados por el Gobierno por supuesta irregularidades en la distribución de vehículos Toyota. «El presidente de la República me quiere preso», dijo en una ocasión Zuloaga cuando su oficina fue allanada por la policía de Chávez.
Tras la destitución de Ravell ― oh sorpresa ― fueron suspendidas las medidas cautelares que pesaban sobre «Zulu» y su hijo mayor, como la prohibición de salir del país, con los consecuentes trastornos para cuidar sus negocios en el extranjero ― como los que tiene en México, en los sectores comunicación, automotriz e inmobiliario ―, y la presentación semanal de ambos en los juzgados.
Zuloaga niega haber negociado con el Ejecutivo, pero no logra acallar las sospechas. El Gobierno parece que le hizo llegar al recado de que o aceptaba la salida de Ravell de Globovisión o él y su hijo acabarían en la cárcel. La prensa ha señalado que el empresario, miembro de una muy antigua familia criolla, optó por «una salida neutra» y, aunque no quiso vender su parte a Mezerhane, convino en bajar el tono editorial de la emisora sacrificando al díscolo Ravell, director general del canal.
En cuando al banquero Mezerhane, el Gobierno le culpó del homicidio de un fiscal, una causa que está archivada, pero abierta, y le desposeyó de la concesión pública de varios negocios. Rumores de todo tipo contra su Banco Federal provocaron una retirada masiva de depósitos ante una eventual intervención estatal. La institución aún no se ha recuperado. A Mezerhane se le atribuyen multimillonarias pérdidas financieras a causa de la acción del Gobierno. Su banco estaba amenazado de cierre. «¿Ha vendido Mezerhane su alma al diablo (Chávez)?», se pregunta la gente por la Red.
«¿Qué está pasando con Globovisión? Las respuestas son múltiples, pero la más reiterada es que “el Gobierno le había prometido a uno de los accionistas salvar su banco si salía Ravell y edulcoraban su línea editorial". La historia resultó cierta, al menos en la salida obligada del director y accionista Ravell», ha escrito la combativa columnista Marta Colomina en el matutino «El Universal».
Globovisión enfrenta al menos seis averiguaciones administrativas gubernamentales, dos de las cuales podrían acarrearle el retiro del permiso estatal de emisión, es decir, su cierre, aparte de haber sufrido robos de equipos y el asalto de sus instalaciones por hordas chavistas.
La oposición venezolana se queda sin vehículos de expresión cuando las encuestas revelaban una significativa subida desde el 16,5% de hace año y medio a algo más de un 50% ahora en la oposición positiva de los adversarios de Chávez, una amenaza para los intereses del ex teniente coronel golpista de cara a las elecciones parlamentarias previstas para 26 de septiembre próximo. A la oposición solo le quedan algunos periódicos, pero la prensa escrita incluye muy poco, y la Red.
En plena batalla electoral, como si no tuviera bastante con abrumar a los venezolanos con una cadena nacional de televisión y radio interdiaria en el «prime time», el maratónico programa dominical por tv «Aló, presidente» y las frecuentes intervenciones por los medios estatales, ahora Chávez ha creado su propio programa radiofónico «De repente Chávez» en que puede salir al aire en cualquier momento del día o la noche, incluso por motivos antojadizos como cantar canciones de amor, según ha dicho.
Un aparataje mediático desmedido que se suma a la prensa adicta y oficial para la propaganda y la manipulación y para ― se afirma desde el oficialismo ― atacar en cualquier momento como una « guerrilla comunicacional». Como para volverse loco a cualquiera. Chávez, sin duda, se prepara para afrontar en septiembre unas elecciones legislativas en las que no las tiene todas consigo. Desde luego en ellas perderá la confortabilidad que ahora tiene en la Asamblea Nacional con escasísima oposición, procedente esta de la disidencia porque en las últimas parlamentarias la oposición no presentó candidatos en señal de desconfianza con el sistema.
Siempre, has ahora, Chávez logró sobrevivir a los momentos más difíciles, incluso cuando estuvo virtualmente frente a la muerte en el golpe de 2002. Con el país en recesión (para este año se esperada con caída prevista del PIB de al menos un 2,9%9, la inflación más elevada de América Latina (25%), perdida de poder adquisitivo, devaluación de la moneda (de 2,15 a 4,30 bolívar por dólar), gasto público desbordado en expansión, desabastecimiento, con la electricidad en estado de emergencia y racionamientos y apagones frecuentes, violencia social desbocada, infraestructuras deterioradas, desconfianza en el gobierno, pésima gestión, polarización, atentados contra los medios como cierres y amenazas incesantes, conflicto con la oposición y milicias en las calles, Chávez no ha todavía lo suficiente como para estar destruido, pero no tiene suficiente para estar tranquilo, afirman los analistas.
En cuando a la opinión pública, los que creen que el desempeño de Chávez es bueno suman el 58,3% cuando en septiembre de 2008 era un 71%. Seis de cada 10 venezolanos cree que la situación del país es mala y un 70 por ciento opina que en el 2010 será igual o peor. Un 46 por ciento echa la culpa a él y a su Gobierno por fallas como la inseguridad, crisis eléctrica, desempleo y racionamiento del agua. Sobre las elecciones legislativas de septiembre, el sondeo mostró que un 39 por ciento apoyaría a los candidatos del chavismo, mientras que un 34 por ciento sufragaría por la oposición.
Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com
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