Hugo Chávez afirma que se ha metido en camisas de once varas al aceptar ejercer sus buenos oficios entre el Gobierno y la guerrilla colombianos, pero sea cual fueren los resultados de esa mediación los beneficios para él serán seguramente mayores que los contratiempos.
Se trata de poner de acuerdo al Gobierno que encabeza Álvaro Uribe y a los tozudos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) para intercambiar unos 400 presos por cerca de 50 rehenes. Paralelamente Chávez tratará de desbloquear las empantanadas negociaciones que sostienen en La Habana el Gobierno de Uribe con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la otras fuerza guerrillera colombiana.
Al cabo muchos años, Chávez ha sido admitido por Colombia como intermediario en el conflicto colombiano, frente al que el mandatario venezolano se declaró neutral nada más asumir el poder en 1999. También Chávez mantiene desde entonces el principio de no considerar terroristas a los grupos armados colombianos arguyendo que así se obstaculizaría el proceso de paz.
Las relaciones de Chávez con esas guerrillas —incluso desde antes de su llegada al poder— siempre han sido motivo de fuerte controversia. Quizás fue esa desconfianza la que llevó al anterior presidente colombiano, Andrés Pastrana, a descartarle exprsamente como mediador cuando ya había sido aceptado por el jefe de las Farc, Manuel Marulanda «Tirofijo», con ocasión de las conversaciones de paz en San Vicente del Caguán, en las que estuvo involucrado Fidel Castro. Las Farc confiesan siempre que pueden su admiración por Chávez y su proyecto revolucionario.
Uribe, en se reunión con Chávez del viernes pasado en Hato Grande, la hacienda campestre de los presidentes colombianos, dio la bendición para que el mandatario venezolano gestione el intercambio de unos 400 prisioneros del gobierno colombiano por 46 rehenes de la guerrilla, entre ellos la franco-colombiana Ingrid Betancourt, que lleva secuestrada más de cinco años.
Ahora “Tirofijo» también ha dado —previamente que Uribe— su consentimiento a la intervención de Chávez. También el presidente francés, Nicolas Sarkozy, interesado en la libertad de Betancourt, estuvo de acuerdo. Sarkozy y Chávez hablaron extensamente sobre el asunto antes de que el presidente venezolano viajara a la reunión con Uribe. Sarkozy pidió a Chávez que obtuviera de las Farc una prueba de vida de Betancourt pues no se sabe a ciencia cierta la suerte de la que fue la ex candidata presidencial colombiana.
Chávez tiene poco que perder y mucho que ganar como mediador. No se ha metido en un asunto tan espinoso a tontas y a locas, sino presumiblemente a sabiendas de que algo positivo va a salir y a lo mejor hasta con algunas bazas ocultas bajo su camisa roja.
La presión en Colombia a las Farc para la liberación de rehenes y al Gobierno para que acepte el canje es tremenda, sin precedentes, de millones de personas que se han echado a la calle, tras la muerte a tiros, en circunstancias que no están del todo claras, de los once diputados secuestrados desde el 2002.
Tanto a las Farc como al Gobierno de Uribe les conviene un canje cuanto antes. Para Chávez un intercambio exitoso de prisioneros por rehenes le hará aparecer internacionalmente como un hombre de bien cuando su imagen está seriamente resentida y ha quedado expuesto como una suerte de autarca exótico por los actos de autoritarismo que supusieron impedir que siga emitiendo el canal más antiguo de la televisión privada venezolana —Radio Caracas Televisión (RCTV)— y la reciente presentación de una reforma constitucional cuyos objetivos es perpetuarse en el poder y consolidar la revolución de manera virtualmente excluyente para la oposición, al menos para ese significativo 40% que no votó por él en las últimas elecciones.
Si se logra la liberación de Betancourt, Sarkozy, un líder en la Unión Europea y dentro del Grupo de los 7, le deberá un gran favor a Chávez.
Como prueba de su bonhomía, Chávez ha indultado a 41 de los paramilitares detenidos en 2004 en una finca cercana a Caracas donde se preparaban supuestamente para asesinarle, y condenados en 2005 por rebelión militar.
Las prisas que tiene Chávez y la seguridad con la que obra son tan grandes que el mismo sábado nada más represar de madrugada a Caracas de su reunión con Uribe ya tenía programadas entrevistas sobre el canje. Y el primero de septiemnbre por la noche envió desde la televisión venezolana un nuevo mensaje a Marulanda —a quien asegura que no conoce— en busca del acuerdo humanitario que permita la liberación de los rehenes. «Yo tengo tremenda fe» (en ese acuerdo), ha dicho.
Francisco R. Figueroa
franciscorfigueroa@hotmail.com
www.apuntesiberoamericanos.com
1 comentario:
No debería esto generar algún tipo de condena debido a las relaciones que mantiene Chávez con la guerrilla? supongo que no.... estaba soñando. Ya veré cómo lo nominan al premio Nobel de la Paz.
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