Correa gana el primer round

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha ganado el primer y decisivo asalto de su combate para liquidar la vieja República.

El Congreso ecuatoriano, tratando de contentar a tirios y troyanos, y ante el riesgo de que Correa tomara por el camino de enmedio, ha aprobado finalmente, al cabo de muchos tiras y aflojas, que se celebren elecciones para una Asamblea Constituyente. Será el 15 de abril próximo, previa una consulta popular, el primero de marzo.

Correa, que había amenazado con organizar esas elecciones pasando sobre el Congreso y la Corte Suprema, ha afirmado que el legislativo se ha sometido finalmente a la «voluntad popular» expresada en las urnas en noviembre pasado, cuando él resultó elegido presidente de Ecuador. Su principal propuesta era, precisamente, la constituyente. El presidente no tiene grupo parlamentario y apenas dispone en el Congreso de apoyos prestados y alianzas emocionales.

Temeroso que la elección de que la Asamblea Constituyente significara su disolución, el Congreso ha dejado claro en su resolución que serán respetados por poderes emanados de las urnas en las últimas elecciones que se han celebrado en el país. Así, Correa también queda blindado en el eventual caso de que sus opositores se hicieran con el control de la Asamblea Constituyente, que nace con plenos poderes para transformar el marco institucional del país y elaborar la nueva Carta Magna.

Pero está por ver qué pasara cuando la constituyente acabe su trabajos. Se preve que tendrán una duración de medio año, con dos meses de prórroga. Considerando el tiempo que falta hasta la instalación de la Asamblea y que la nueva Constitución ha de ser sometida luego a referéndum popular, dentro de un año Ecuador se regirá por una nueva Carta Magna. Pero los plazos pudieran resultar menores pues Correa tiene prisa. Parece que mucha prisa para llevar adelante su propia «revolución».

Con la nueva Constitución seguramente habrá de celebrar nuevas elecciones. De modo que la verdadera pelea por el poder en Ecuador vendrá más tarde. De momento gana Correa el primer capítulo de la posible «bolivarización» de la política ecuatoriana. Por cierto, Venezuela y Ecuador acaban de dar un impulso a los acuerdos de cooperación suscritos por Correa con su homólogo de Caracas, Hugo Chávez, durante una visita al país que ha hecho el ministro de Relaciones de Exteriores de Venezuela, Nicolás Maduro. En Quito portavoces de oposición despotrican contra el presidente afirmando que «en Ecuador no manda Correa; manda Chávez».

En el Congreso ecuatoriano hay diputados que tienen conciencia de que la legislatura no durará los cuatro años previstos y que será mera bisagra de los cambios drástico que quiere hacer Correa. Pero el Correa, sin embargo, se mueve como quien tiene todo el tiempo por delante en el cargo.

Cuando se iniciaba la sesión del Congreso en la que se acabó aprobando la convocatoria de la constituyente, un gato negro cruzó el plenario. Algunos diputados interpretaron que era un mal presagio.

Francisco R. Figueroa
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