Finaliza la «primavera facha»


Francisco R. Figueroa

✍️4/11/22

La «primavera facha» de Brasil ha durado cuatro días, lo que han tardado en desinflarse las algaradas golpistas contra la impecable victoria de Luiz Inácio Lula da Silva.

Un movimiento reaccionario de repulsa al veredicto de las urnas de partidarios del presidente Jair Bolsonaro, cuya derrota en su ofuscación no esperaban, si bien la mayoría de los pronósticos apuntaban en ese sentido. 

El motín también ha sido una exteriorización de la repugnancia del bolsonarismo hacia el «comunista» y «expresidiario» Lula, cuya gestión de cuatro años seguramente tratarán de contrariar.

El bolsonarismo ha acabado mostrando en esta delicada coyuntura poselectoral sus entrañas antidemocráticas y fascistas, que el autoritario presidente ha tratado de disimular a duras penas. 

Los bloqueos de carreteras, que en el momento más crítico del alzamiento popular afectaron a casi un millar de puntos, han sido prácticamente deshechos. Y han concluido los tumultos callejeros y frente a instalaciones militares en procura de un golpe de Estado.

Bolsonaro ha fracasado también en el intento de sacar a los militares de los cuarteles para mostrarlos mezclados con sus partidarios, en una demostración de fuerza personal y liderazgo tras la derrota en las urnas. 

El ala militar del movimiento ultraderechista del excapitán Bolsonaro se ha achantado. 

El objetivo era que las tropas salieran a restablecer el orden por el desbordamiento de la policía y de ahí la resistencia a ordenar la intervención de las fuerzas de choque por parte de los jefes de los cuerpos de seguridad, que son paniguados de Bolsonaro. 

Fueron necesarias órdenes terminantes del Tribunal Supremo para que las policías actuasen contra los insurrectos. 

Puede concluirse que los magistrados del Supremo han sido los garantes del orden democrático que las hordas bolsonaristas trataron de liquidar. 

Bolsonaro ha mantenido un enfrentamiento permanente, sin cuartel, con el Tribunal Supremo como si fuera una suerte de partido de oposición o el enemigo a batir, y ha azuzado constantemente a sus partidarios contra los magistrados. Una guerra con tintes barriobajeros y matonescos que finalmente ha perdido.

El control de los altos tribunales fue lo que le faltó al derrotado gobernante para tener el control total del poder. El legislativo estuvo mayoritariamente de su parte. Pero los líderes de los partidos están tendiendo rápidamente puentes hacia Lula con la mirada puesta sin duda en el presupuesto nacional.

Lula obtuvo durante sus dos anteriores presidencias la colaboración –costosa, por cierto– de la legión de partidos que se proclaman centristas. Y volverá a ocurrir otro tanto, también porque esos partidos se alquilan tradicionalmente a quién esté en el poder. 

Una visita de Bolsonaro al Supremo después de haber aceptado, el martes, que tenía que desalojar los palacios presidenciales, tuvo el valor de un armisticio en el filo de la navaja. 

Incluso han hecho gestos visibles hacia Lula los poderosos líderes de las dos mayores congregaciones de evangélicos que tantísimos votos aportaron al mandatario ultraderechista. 

Bolsonaro parece preocupado ante la posibilidad de que la Justicia actúe contra él y su procelosa familia después del traspaso de la presidencia. 

La caracterización por el Supremo como «criminales» a los alzados bolsonaristas, por afrontar un resultado electoral legitimado por las todas las instituciones, ha sido clave. 

A quince días del Catar 2022 los brasileños deben dejar de lado la política y poner todos sus sentidos en el fútbol anhelando que su selección logre el título por sexta vez, capitaneados por Neymar, un connotado bolsonarista. 

Pronto lucirán todos con orgullo la camiseta nacional de la que también se había apoderado Bolsonaro como distintivo de su movimiento ultramontano que ha diseminado el odio e infectado el alma de la mitad del animoso y hasta ahora pacífico pueblo brasileño. ✅



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, Paco. Un abrazo..

Francisco R.Figueroa dijo...

Gracias, anónimo amigo.