Venezuela: ¿Para qué elecciones?


Francisco R. Figueroa 

✍️8/3/2024

La dictadura venezolana ha convocado presidenciales el 28 de julio, natalicio del difunto Hugo Chávez. Pero no serán las elecciones «libres y justas» que el mundo democrático y la oposición interna reclaman y Venezuela necesita desesperadamente.

El simbolismo de la fecha, sumado al de la convocatoria en el aniversario del deceso de Chávez, expresa a las claras las intenciones del régimen autocrático: embadurnar de nuevo con la figura histórica del caudillo bolivariano a un gobernante calamitoso, desgastado e impopular como es Nicolás Maduro, que está en el cargo desde 2013, como dejó dispuesto el propio Chávez, y se mantuvo mediante unas elecciones en 2018 profundamente fraudulentas.

Tal como están planteadas no son unas elecciones sino una farsa continuista. Otra más. Una burla a los acuerdos asumidos por el gobierno venezolano frente a la oposición democrática y la comunidad internacional en Barbados, en octubre pasado. Y obliga tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea a reimplantar las sanciones a un régimen que usa el castigo para enardecer a sus fieles propalando sus manidas consignas antiimperialistas.

Mientras no se permita participar a la inhabilitada María Corina Machado y a otros catorce potenciales aspirantes también excluidos, mientras haya partidos proscritos, mientras continúe la represión, mientras no se sanee el censo, mientras el tribunal electoral y la justicia sigan en manos de amorosos paniaguados, mientras no se garantice equidad en el acceso de los candidatos a los recursos y medios públicos, mientras haya prensa prohibida y periodistas amordazados, mientras la legión de exiliados no tenga garantizado el voto y mientras las fuerzas armadas y de seguridad sigan siendo instrumentos de la dictadura no habrá en Venezuela elecciones potables.

Machado fue inhabilitada por quince años por una falta fiscal nimia, algo así como condenar a la perpetua al niño que se robó el caramelo.

Entre invocaciones a la memoria de Chávez,  los electores podrán escoger en las elecciones entre ese compendio de desastres y engañifas que es Nicolás Maduro y unos alacranes, es decir, políticos a los que el régimen llena los bolsillos a cambio de su complicidad con la intención de dar unos brochazos de democracia la un régimen autocrático e ilegítimo producto de una seguidilla de elecciones amañadas.

La irreductible Machado, luego de su enorme victoria en las primarias de la oposición real, prosigue en campaña, erre que erre, como la gota malaya que diluirá el blindaje de un régimen que en un cuarto de siglo de disparates e insensateces ha destrozado Venezuela.

«Yo recibí un mandato. El mandato de conducir a este país a unas elecciones limpias y libres. Yo estoy comprometida a llegar hasta el final con esto. Así como se salieron de la negociación, ahora se quieren salir de la ruta electoral porque tienen miedo. Mi compromiso es lograr elecciones limpias, y con la fuerza de la gente lo haremos posible», ha dicho ella tras la convocatoria.

La revolución chavista no se hizo para devolver algún día el poder ni para la alternancia. El chavismo, como el castrismo, tiene un marchamo de eternidad impuesta mediante el control social, el dominio militar y policial, y el control absoluto de todos los poderes del Estado y las dependencias de la administración pública. El régimen sabe que perderá si permite la celebración de unas elecciones genuinas. Maduro pierde frente a Machado, y lo vaticinan todas las encuestas, pero también posiblemente ante cualquier otro candidato opositor de mediana calidad. Otra cosa es frente a alacranes. Las dos últimas convocatorias a la urnas en Venezuela mostraron que el régimen está muy de capa caída, con ocasión del referéndum sobre el Esequibo que Maduro improvisó y tuvo una exigua participación, y la numerosa afluencia, fruto del hartazgo popular, a las primarias opositoras que Machado ganó con el 90%.

Pero quizás Maduro no necesite un fraude tan enorme y descarado como en 2018. Neutralizada Machado, con la oposición dividida, unos candidatos rivales entre despreciables y abyectos, y la fuerte abstención que se espera, al antiguo chofer de autobuses le bastará posiblemente con el voto de rebaño de la cada vez más menguada piara que sigue adicta al pesebre chavista. 

franciscorfigueroa@gmail.com


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