Nominalmente ganó
el kirchnerismo en las elecciones parciales legislativas de este domingo en
Argentina. O las perdió. Dependiendo de como se mire. La victoria sería pírrica pues entierra para siempre los planes
continuistas de la presidenta Cristina Fernández, si es que la viuda de
Kirchner no los ha abandonado por las enfermedades en curso.
El oficialismo
argentino obtuvo 14 de las 28 senadurías del tercio de la cámara alta que se
renovaba y 48 de las 127 diputaciones de la mitad de la cámara baja que estaba
en juego. No se pudo así alcanzar los anhelados dos tercios del parlamento
necesarios para reformas la Constitución, de manera que Cristina Fernández
pudiera aspirar, en 2015, a
un tercer mandato consecutivo, que está prohibido
por la carta magna argentina.
Echando cuentas
globales, Cristina Fernández ha perdido el 20% del apoyo popular desde su reelección hace dos años. Estos días
la mandataria, que ejerce el poder de manera personalista, está al margen
debido a la enfermedad y nadie sabe quién gobierna realmente en Argentina mientras
ella convalece. Desde luego no el decorativo vicepresidente, Amado Boudou. Además, se desconoce cuál es el estado real de salud de la presidenta.
Los principales
aliados de Fernández fueron derrotados. Sumando todo el país, los opositores lograron (aún el resultado es
parcial) el 67% de los votos contra el 33% de los gobierneros. En Buenos Aires,
Córdoba, Mendoza y Santa Fe, las principales provincias argentinas, los candidatos
de Fernández sufrieron un revolcón.
La mayoría
parlamentaria que mantiene el oficialismo es muy precaria. En la cámara baja
depende del apoyo de diecisiete parlamentarios aliados, que podrían buscar otros
horizontes ahora que ha quedado claro que no habrá continuidad kirchnerista. El transfuguismo
podría repetirse en el Senado, donde el oficialismo queda con dos escaños sobre
la mayoría simple. De manera que el cuadro puede cambiar en poco tiempo de
manera contraria a los intereses de Fernández, en un país con los peores
indicadores económicos entre los mayores países latinoamericanos, exceptuada la
Venezuela chavista.
El resultado de
ayer puede significar el fin de Cristina Fernández pero, también, la liquidación
de ese populismo rampante que es el kirchnerismo debido a que la presidenta queda muy debilitada para imponer
un candidato en las presidenciales de 2015.
franciscorfigueroa@gmail.com
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