Por primera vez han exhumado a un presidente de
Brasil. Ha sido bajo sospecha de asesinato en el ámbito de las tramas
siniestras de la Operación Cóndor, orquestada, con posible implicación de la CIA estadounidense, para liquidar a los adversarios de las dictaduras militares suramericanas.
Fuera de Brasil la memoria alcanza a pocos para
recordar a «Jango». Así era conocido popular y familiarmente el político
socialista que gobernó Brasil de septiembre de 1961 a abril de 1964. Se
llamó João Belchior Marques Goulart.
Era un populista moderado de izquierda que coqueteaba con los enemigos comunistas de Estados Unidos. Practicaba una política externa independiente, contraria a la alineación automática con Estados Unidos. Reató relaciones con la URSS y mantuvo una posición crítica con Cuba pero contraria al entrometimiento de Washington.
Era un populista moderado de izquierda que coqueteaba con los enemigos comunistas de Estados Unidos. Practicaba una política externa independiente, contraria a la alineación automática con Estados Unidos. Reató relaciones con la URSS y mantuvo una posición crítica con Cuba pero contraria al entrometimiento de Washington.
Su empeño en sacar adelante políticas
nacionalistas y populares le costaron ser derrocado por un golpe militar en el que los intereses de Estados Unidos se aliaron con el conservadurismo más rancio civil y militar brasileño. Fue el primer golpe de la serie orquestada en América Latina por Estados Unidos durante la
Guerra Fría para evitar alegadamente la proliferación del comunismo en el continente.
Goulart con John Kennedy (1962) |
Pero Estados Unidos vio aquello como el inicio de
revolución comunista. Y actuó en consecuencia, incluso con
desmesura, según quedó comprobado por numerosos documentos secretos
desclasificados. Finalmente no fue necesaria la intervención que estaba preparada. La dictadura militar que siguió duró 21 años.
Goulart murió en el exilio, en Argentina, en
diciembre de 1976. Supuestamente por un ataque cardíaco. No hubo autopsia.
Apenas el dictamen del galeno local argentino que certificó el óbito y el
testimonio de la viuda, Maria Teresa Fontella Goulart, que vio como el infarto
lo fulminaba.
Pero hay indicios de que ese ataque fuera
consecuencia de la ingestión involuntaria de sustancias químicas letales
camufladas en los remedios que el difunto Jango tomaba habitualmente. El Ministerio
Público Federal de Brasil investiga esta posibilidad desde 2007. De ahí la
exhumación.
Cuenta el testimonio de un uruguayo llamado Mario
Neira Barreiro, actualmente preso, que en 2006 confesó haber participado, con
otros mercenarios al servicio de Brasil, de un complot para asesinar a Goulart
mezclando una dosis letal de un producto —cuyo nombre no recordaba exactamente—
con las píldoras que habitualmente tomaba el exgobernante por un problema del
corazón.
Pero hay quien considera a ese antiguo sicario
uruguayo un megalomaníaco con nula credibilidad y esgrimen su condición de delincuente común con
múltiples antecedentes policiales.
Se dieron varias circunstancias. El régimen
militar brasilero veía a Goulart como un enemigo capaz de aglutinar las fuerzas
democráticas. Por eso lo mantenía vigilando permanentemente tanto en Argentina
como en su exilio anterior en Uruguay. La CIA colaboraba en ese monitoreo.
Está comprobado, asimismo, que agentes de la
dictadura brasileña entraron en su residencia y robaron documentos. También
pudieron colocar el veneno.
Además, en el lapso de nueve meses otros dos
líderes demócratas de Brasil murieron en circunstancias extrañas. Uno de ellos
también había sido presidente de Brasil. Se llamaba Juscelino Kubitschek y
Jango había sido su vicepresidente.
Fidel Castro con Goulart y Kubitschek |
Una de las sustancia que pudieron suministrarle a
Jango fue escopolamina, conocida también como burundanga. Es una droga capaz de
anular la voluntad de las personas. Pero en dosis altas puede provocar
complicaciones cardíacas severas, un colapso e, incluso, la muerte.
El cadáver de Jango fue exhumado este miércoles en
el cementerio de su localidad natal, São Borja, la cuna de dos presidentes
brasileros ubicada en el estado de Río Grande del Sur. Luego los restos
mortales fueron trasladados a Brasilia para obtener las muestras, que serán analizadas
por dos laboratorios internacionales, y recibir los homenajes que la nación le debía desde hace cuatro décadas. «Mi marido ha sido rescatado de la historia», exclamó la viuda.
El 6 de diciembre, en el 38º aniversario de su
muerte, João Goulart volverá a bajar a la sepultura, esta vez con honores de
jefe de Estado. Para entonces, probablemente, se habrá apagado el eco de la polémica por el alegado uso político que han hecho de los restos mortales de Jango la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su Partido de los Trabajadores (PT). En los casi treinta años anteriores con democracia, Jango permaneció extraviado en la historia nacional.
Existen dudas fundadas de que al cabo de casi
cuarenta años de su muerte los forenses puedan llegar a verificar el
posible envenenamiento.
En estos días se ha sabido el resultado de los
análisis a los restos mortales de dos personalidades sospechosas de haber sido
asesinadas.
En el caso del difunto líder palestino Yasir
Arafat hay hartas posibilidades de una intoxicación en 2004 con polonio, según
los forenses.
Pero en el del poeta chileno y Premio Nobel Pablo
Neruda ha quedado descartado el envenenamiento por parte de agentes de la
dictadura pinochetista al confirmarse que falleció de cáncer en septiembre de
1973.
En cambio, ya se sabía que el expresidente democristiano chileno
Eduardo Frei Montalva, que murió en enero de 1982 de septicemia, fue envenenado con
talio y mostaza sulfúrica por la dictadura pinochetista, mientras se recuperaba
de una sencilla intervención quirúrgica por hernia de hiato en un hospital de
Santiago, según se comprobó tras su exhumación en 2006.
«Estudiamos mucho este caso porque las dictaduras de Chile y de Brasil
emplearon métodos semejantes y sus aparatos represivos estaban en contacto para
coordinar tareas. Los envenenamientos han sido una técnica utilizada por el
terrorismo de Estado para eliminar a sus enemigos sin dejar rastro»,
recordó en declaraciones a periodistas la ministra Maria do Rosário Nunes, responsable de
la Secretaria de Derechos Humanos de la Presidencia de Brasil.
Uno de los expertos internacionales que
intervienen es el cubano Jorge González
Pérez, rector de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, que trabajó
en Bolivia en el descubrimiento y reconocimiento de los restos de Ernesto «Che»
Guevara.
Hay cálculos que atribuyen a la Operación
Cóndor haber torturado a unas cuatrocientas mil personas y causado la muerte de cerca de cien mil. Colaboraron los gobiernos militares de Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Estados Unidos alega que no hay
prueba de su participación activa. Pero que estaba al tanto, lo estaba. |||
franciscorfigueroa@gmail.com
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