Raspando voto a voto


Francisco R. Figueroa 

✍️ 6/10/22

‌Está por ver de dónde Luiz Inácio Lula da Silva puede recabar los casi dos millones de votos que le faltan para volver a ser presidente de Brasil o, alternativamente, si Jair Bolsonaro, que precisa cuatro veces más, logra mantenerse otros cuatro años en el cargo. 

El primer sondeo para el duelo electoral en curso, ante el balotaje del 30 de octubre, favorece a Lula con un 51% de la intención de voto frente al 43 % para Bolsonaro.

 Cualquiera podrá decir que con los patinazos dados ante el primer round lo que digan las encuestadoras no vale un comino. Pero sus desaciertos no fueron tan exagerados como el aparato bolsonarista vocea. Tras la difusión de esta última encuesta, Bolsonaro, que detesta a las empresas demoscópicas si no le convienen sus estudios, exclamó: «recomenzó la payasada». Sus partidarios han sido orientados a no responder a los encuestadores. 

Hasta el momento, el mandatario de ultraderecha únicamente ha recibido para la segunda vuelta apoyos de figuras incondicionales suyas mientras que Lula ha agregado a su causa a los candidatos que quedaron tercero y cuarto en la primera vuelta del pasado domingo. Entre ambos sumaron un birrioso 7 %, que para los propósitos de Lula resulta suficiente. Está por ver qué deciden esos electores, que seguramente se repartirán o engrosarán el abstencionismo. 

Para ganar Bolsonaro necesita arrastrar votantes de Lula, lo que parece misión imposible, o raspar entre el 21 % que se inhibió. Lo tradicional en Brasil en balotajes era un incremento de la abstención pero nunca hubo una enfrentamiento tan acalorado como este. 

Bolsonaro inició esta carrera con mucha ventaja, desde el palacio presidencial, con los ingentes recursos públicos en sus manos y su falta de pudor para usarlos como el ventajista y tahúr que demostradamente es. Mientras, Lula partió para esta carrera presidencial desde la cárcel, donde estuvo casi 600 días hasta que sus causas fueron anuladas por el Tribunal Supremo y muy desacreditado. Pero  arribó en cabeza (48 %) a la primera meta. Su esperanza era ganar la presidencia sin segundo asalto, aunque la víspera de los comicios reconoció realista que le faltaba «una pizca». Así fue. Pelea por esa menudencia, inferior a un 2%. 

La segunda vuelta resulta compleja, aunque el favorito es Lula y más después de obtener el apoyo de los dos mejores candidatos derrotados. Sin mucho lugar por donde arañar votos, Bolsonaro se centra estos días –aparte el ataque personal a su contrincante– en la región noreste, la menos desarrollada de Brasil, que es territorio de Lula y en ella tiene su cuna. Pero en su primer intento de aproximación a los nordestinos Bolsonaro los ha insultado llamándoles analfabetos e incautos manipulados por la izquierda. Así de franco es Bolsonaro. 

El presidente trata también de vencer la aversión mayoritaria entre las mujeres usando la persuasión de su esposa en un intento de mostrar que él no es el misógino y machista que pintan sus adversarios, aunque se retrata a sí misma cuando habla.

Entre tanto, Lula trabaja ya al sector evangélico, un tercio de la población nacional conservador y fanático que va en manada teledirigido por los predicadores, los medios afines y los ciberagitadores, y que votó en masa a Bolsonaro. Por ejemplo, para granjearse el favor en ese sector, Lula se dispone a declararse contrario al aborto y partidario de la moral y las buenas costumbres. También ha logrado que un preboste evangélico le defina como hombre de Dios. 

Los evangélicos son tan decisivos que Bolsonaro, antes de meterse en la carrera presidencial, en 2018, viajó a Israel y se hizo bautizar por inmersión, de túnica blanca, en el río Jordán, por su nuevo aliado, el multimillonario líder de la Asamblea de Dios, Silas Malafaia, que años atrás estuvo al lado de Lula. La esposa actual de Bolsonaro, Michelle es una evangélica fervorosa que presume de ser un ama de casa abnegada que se sacrifica por su marido. 

La tarea de Lula para ganar es mantener a sus electores y lograr el respaldo de cerca de 1.900.000 votantes más. Para Bolsonaro el trabajo para seguir en el cargo es más peliagudo porque, aparte de conservar a sus electores, tiene que lograr más de ocho millones de nuevos votantes. 

Atentos.

franciscorfigueroa@gmail.com


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