✍️23/10/2022
Lo que aquí cee narra solo una pequeña muestra de lo que hay en torno al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Y oara muestra vale un botón.
Un veterano político y notorio aliado suyo ha recibido este domingo a tiros a los agentes de la Policía Federal que fueron a su casa a detenerle por orden del Tribunal Supremo. Había violado las condiciones de arresto domiciliario al que está sometido desde enero sujeto a un grillete electrónico, tras haber sufrido cárcel, de nuevo en su vida.
Roberto Jefferson (69) hirió a dos de los agentes, que actuaban en cumplimiento de órdenes de un magistrado del Supremo. Explicó en un video que no se iba a entregar, que tendrían que matarle, que era «víctima de la arbitrariedad y el abuso», que obraba «en nombre de la libertad y la democracia», que quería «ver plantada en la cima del mundo la cruz de Cristo» y que, por tanto, enfrentaba a balazos a los policías y «a la tiranía». Mientras, su esposa le imploraba con desesperación.
«Dios, patria, familia y libertad», dijo repitiendo el eslogan más cacareado por Bolsonaro. No sólo hizo unos veinte disparos con un fusil; también lanzó contra los agentes dos o tres granadas, posiblemente aturdidoras. No podía tener en su poder armas ni tampoco usar las redes sociales por las medidas cautelares.
Sin embargo, se descolgó por una cuenta de su incendiaria hija Cristiane Brasil, una política que en 2018 tuvo anulado su nombramiento como ministra de Trabajo por los numerosos escándalos en los que estaba involucrada. Roberto Jefferson difundió un vídeo en el que hostigaba y ofendía a una jueza del Supremo, además de atacar a la propia corte y al sistema electoral brasileño, a una semana de la segunda vuelta de las elecciones, en las que Bolsonaro busca la reelección en apretadísima disputa con el exmandatario de izquierdas Luiz Inácio Lula da Silva.
En su diatriba, trató como «prostituta» y «bruja» a la magistrada por una decisión contraria a la cadena bolsonarista de televisión y radio Jovem Pam por su descarada parcialidad en estas elecciones. La hija se sumó a los ataques de manera desaforada. La jueza insultada es la misma magistrada que en 2018 impidió en definitiva la entrada de Cristiane Brasil al gobierno, cuyo nombramiento ya estaba publicado en la gaceta oficial.
El padre pistolero fue un diputado de larguísima trayectoria y uno de los que reventaron, en 2005, el escándalo del mensalão durante el primer gobierno de Lula, al que había apoyado en el balotaje presidencial que el antiguo obrero del metal ganó en 2002. Roberto Jefferson, entonces un diputado mercenario vendido a Lula, actuó insatisfecho con la retribución que recibía a cambio de apoyar al gobierno cuando otros parlamentarios de supuesta oposición cobraban coimas más sustanciales por hacer lo mismo. Denunció también cuando estaba acorralado por varios otros casos de corrupción que estallaron en los medios de comunicación.
En aquella legislatura Bolsonaro –que es un tránsfuga consuetudinario– pertenecía al mismo partido que lideraba Roberto Jefferson, quien acabó perdiendo el escaño, destituido por sus pares del Congreso. Quedó inhabilitado por ocho años y fue condenado a prisión.
A principios de los noventas se supo que estaba vendido al entonces presidente, Fernando Collor de Mello, que renunció al cargo, en 1992, ante la inevitable destitución en un juicio político. Condenado a más de diez años de prisión, en 2012, por corrupción y lavado de dinero, tuvo reducción de pena como premio por sus delaciones. Cumplió muy poco tiempo de cárcel y acabó siendo indultado por un juez del Supremo.
Tras sufrir cáncer de páncreas y una depresión profunda, resurgió en 2020 abrazando al presidente Bolsonaro. Se exhibía en las redes sociales portando armas largas y cortas, y se decía dispuesto a combatir el comunismo, los traidores y los vendepatrias. Pistolas en ristre, demandaba el cierre de la Corte Suprema, una «herencia maldita». Si hacía falta, había que sacar a los magistrados a balazos. Quería un pronunciamiento militar. Predicó también a favor de medidas como los actos dictatoriales más duros tomados durante las dos décadas de gobiernos castrenses (1965–85), un régimen que Bolsonaro añora.
En 2021, un magistrado del Supremo lo mandó a prisión por sus actuaciones contra la democracia y su prédica de la violencia y el odio, dentro de lo que se conocía como la «milicia digital» de Bolsonaro. Trató de ser este año candidato presidencial, pero, impedido por los jueces debido a la Ley de Ficha Limpia, delegó en un cura ortodoxo de imitación, «ordenado» supuestamente en una secta peruana, que acabó actuando como secuaz de Bolsonaro y sólo obtuvo un 0,1% de los votos.
Su hija Cristiane (48), también exdiputada, tuvo un novio que está preso por haber asesinado a un hijo adoptivo de cuatro años de edad. «Mi padre no es un loco. Nunca lo fue», tuiteó Cristiane. Luego, tras amenazar a los magistrados y tratar de soliviantar al bolsonarismo, su cuenta fue bloqueada. Decenas de sus simpatizantes respondieron a la llamada y acabaron mandando a la UCI de un hospital a un reportero de una cadena de televisión, la Rede Globo, que identifican como enemiga de Bolsonaro.
Roberto Jefferson Monteiro Francisco finalmente se rindió al ministro de Justicia, enviado a las prisas por Bolsonaro, y entregó su arsenal al cura de guardarropía.
Lula culpó al clima de mentiras, odio, rabia y falta de respeto inculcado a un sector de Brasil por Bolsonaro y sus hijos. Bolsonaro, consciente del coste electoral que puede tener para él este demencial asunto, corrió a las redes sociales para renegar del pistolero, cuya «acción armada» repudió, al tiempo que tildaba a su aliado de «bandido» y negaba hasta haberse hecho fotos con él. No hay que olvidar que Bolsonaro asegura que las armas de fuego «garantizan al pueblo su libertad».
El ultraderechista Roberto Jefferson es una de las caras de un proyecto contrario a la democracia que ha envenenado a Brasil y no se sabe dónde irá a acabar. ✅
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