Portugal bascula a la derecha


Francisco R. Figueroa 

✍️12/3/2024

A cincuenta años de la Revolución de los Claveles que en 1974 sepultó el rancio régimen salazarista, la extrema derecha portuguesa se ha agrandado asombrosamente en unas elecciones en las que las tradicionales fuerzas conservadora y socialista acabaron en un virtual empate que deja en la incertidumbre la formación del próximo gobierno.

El partido Chega! (¡Basta!), que en los comicios de hace tan sólo cuatro años y medio (octubre de 2019) logró su primer diputado, ha avanzado en una galopada impresionante —e inquietante— a 48 escaños (el 21% del parlamento nacional) espoleado por el voto de protesta. Chega! ha cuadriplicado prácticamente la bancada con doce curules que obtuvo en enero de 2022, cuando se celebraron las anteriores elecciones en las que el ahora dimisionario premier socialista, António Costa, logró una inesperada mayoría absoluta.

En votos, Chega! pasó de unos cuatrocientos mil (7%) a más de un millón (18%), de un universo de casi once millones de electores. Su líder, André Ventura, se ofreció con entusiasmo para formar gobierno con la coalición centroderechista Alianza Democrática (AD), de Luís Montenegro, que ganó las legislativas en una llegada de foto finish.

AD superó ligeramente en número de diputados (79 a 77) al Partido Socialista (PS), de Pedro Nuno Santos, pero con un virtual empate en votos en torno al 29% y una diferencia a favor de los conservadores de apenas cincuenta mil sufragios u ocho décimas porcentuales. Los socialistas sufrieron un retroceso muy notable desde la mayoría absoluta de 2022, al caer de 120 a 77 diputados y un 24% en votos, mientras que AD apenas subió dos escaños y un 6% sobre los resultados que tuvo en solitario en las anteriores elecciones el Partido Social Demócrata (PSD), el dominante en la coalición de centroderecha.

El notable incremento de la participación, que pasó del 52% al 66% del censo electoral, sin precedentes en treinta años, benefició exclusivamente al Chega!

Eran unas elecciones anticipadas en más de dos años respecto al límite natural de la legislatura, a consecuencia de la renuncia de António Costa como consecuencia de un escándalo de corrupción en su entorno, que se desinfla a medida que pasa el tiempo y sin que el premier luso haya sido indiciado ni interrogado por la justicia cuando ya han pasado cuatro meses.

Faltan cuatro escaños por repartir, correspondientes al voto de la emigración, que no alterarán significativamente la composición de la nueva Asamblea de la República, el parlamento unicameral portugués de 230 escaños, que han quedado repartidos entre ocho formaciones diferentes, con un dominio de las derechas —AD, Chega! y los liberales— de casi el 60% del hemiciclo.

Santos reconoció a Montenegro como vencedor de las elecciones y anunció que los socialistas, después de ocho años en el gobierno, pasan a la oposición, lo que significa, explicó, que no obstaculizarán pero tampoco viabilizarán ni soportarán un ejecutivo conservador, con lo que Montenegro queda a merced de un pacto con la ultraderecha. «No nos vamos a sumar al programa que combatimos, que es incompatible con nosotros. Que quede claro», dijo tajantemente Santos.

Montenegro, tras proclamarse ganador, defendió el diálogo, la concertación y la tolerancia entre los partidos políticos y se ofreció para formar gobierno, sin dar mayores precisiones sobre eventuales alianzas para lograr los apoyos que necesita en el legislativo para sacar adelante las reformas que propone o los presupuestos nacionales. Apeló genéricamente al sentido de responsabilidad de los partidos parlamentarios para garantizar la estabilidad y la gobernabilidad. Pero, dijo, cumplirá su palabra empeñada al decir a Chega! que «no es no» (a un gobierno en coalición ) y espera que los socialistas respeten la voluntad popular. Sin embargo, Chega! significa para Montenegro la posibilidad de integrar un gobierno estable para toda la legislatura mientras que el mantenimiento del veto a la ultraderecha dejaría al líder conservador bailando en la cuerda floja al frente de un ejecutivo frágil y licuable a corto plazo.

La inestabilidad está servida. El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, puede caer en un pecado de irresponsabilidad si encarga la formación de un gobierno en precario a un líder como Montenegro apoyado exclusivamente en un tercio del parlamento. El jefe del Estado luso parece propenso a hacer ese encargo porque al final de cuentas Montenegro y él son correligionarios, y ya se verá cuánto dura el gobierno. También está por ver —y parece a priori que no— si una extrema derecha ensoberbecida e inflada por su logro en las urnas y ansiosa de participar en el reparto del poder como socio de gobierno de pleno derecho, se presta a servir de muleta puntual y ocasional a un débil primer ministro conservador llamado a ser un jefe del ejecutivo más que no logra culminar mandato. Por lo pronto, Montenegro únicamente cuenta con la colaboración del pequeño grupo (ocho diputados) de Iniciativa Liberal. ✅

franciscorfigueroa@gmail.com

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