Francisco R. Figueroa
✍️26/3/2024
El dictador venezolano, Nicolás Maduro, ya tiene las «elecciones» a su medida que quería, sin la temible María Corina Machado pero con un enjambre de candidatos de pacotilla que le permitirá hablar de unas presidenciales pluralistas.
El régimen chavista ha consumado una engañifa a la comunidad internacional, ante la que, en octubre pasado, suscribió en Barbados con la opositora Plataforma Unitaria Democrática el compromiso de garantizar la celebración en 2024 de unas elecciones presidenciales limpias y justas con el candidato que cada parte seleccionara, una obligación asumida frente a testigos de Noruega, Estados Unidos, Colombia, México, Paises Bajos, Rusia y los anfitriones barbadenses.
El plazo de inscripción de candidatos concluyó a medianoche del lunes con un bloqueo total del acceso al sistema electrónico de inscripciones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de la candidata en la que había delegado el viernes Machado debido a la imposibilidad de aspirar ella misma a causa de la inhabilitación trapacera impuesta por el régimen.
Machado era la candidata de la oposición unitaria en virtud de unas elecciones primarias abiertas, acordes con el pacto de Barbados, en las que participaron 2,4 millones de votantes y ella arrasó con el 92% frente a otros nueve aspirantes.
Según los sondeos sobre intención de voto, Machado estaba objetivamente en una situación inmejorable para impedir, urnas mediantes, la perpetuación en el poder de Maduro, quien tiene el rechazo del 80% de los venezolanos, y finiquitar así un régimen que ha hecho jirones al país.
Corina Yoris, la candidata sustituta, una intelectual sin pedigrí político de 80 años de edad, limpia de polvo y paja, y llamada a capitalizar el enorme tirón electoral de Machado, aseguró que, aún no teniendo ella ningún impedimento legal como ciudadana, el sistema electrónico de inscripción no le permitió registrarse y que un cerco militar le imposibilitó el acceso a la sede del CNE para inscribirse personalmente.
Poco después, en la misma sede del máximo organismo electoral, controlado mayoritariamente por chavistas, como todas las instituciones del Estado venezolano, Maduro era recibido con su combo a bombo y platillo para inscribir su candidatura y protagonizar el primer mitin.
El organismo electoral permitió la inscripción de otros once candidatos, casi todos de formaciones políticas moldeadas a su antojo por el régimen chavista. Se trata de postulantes mediocres, dóciles, sin arrastre popular ni representatividad. Es decir, pura comparsa, fanfarria para distraer y confundir a incautos a la vez que se dispersa el voto opositor y, en fin, también atrezo para el teatro electoral montado para Maduro, que el 28 de julio, en el natalicio de Hugo Chávez y en el último acto de esta farsa, se representará la victoria del hombre que en 2013 heredó el reino del difunto caudillo y dio continuidad a un régimen totalitario que dura ya un cuarto de siglo.
El régimen chavista permitió, por ejemplo, la candidatura —presentada entre gallos y media noche— de un controvertido dirigente de uno de los partidos de la unidad opositora —llamado Un Nuevo Tiempo— , con una larga cohabitación con el chavismo, si bien con altibajos, y a quien se considera el rival con cierto lustre pretendido por Maduro como exponente de la mayoritaria plataforma opositora.
Manuel Rosales (71 años), cuya trayectoria política se remonta a la vieja república borrada del mapa por Chávez, compitió por la presidencia contra el caudillo en 2006 y actualmente es gobernador de Zulia, la segunda región en importancia de Venezuela. Dentro de la plataforma unitaria, Rosales, que se negó a participar en las primarias frente a Machado, ha jugado con dos barajas, levanta ronchas, despierta sospechas, ha puesto palos en las ruedas y ha hecho un consistente trabajo de zapa contra de la lideresa, aunque la apoyaba de boca para afuera, posiblemente buscando congraciarse con la dictadura y creyendo que esta es su hora ante la extrema debilidad del chavismo y la impopularidad de Maduro. Machado, en su primera reacción, habló de «burla» a la voluntad de los electores que la escogieron a ella, sin que Rosales quisiera participar en aquellas primarias, y describió lo sucedido como «grotesco», «burdo» y «demasiado oscuro».
A la neutralizada María Corina Machado le queda ahora decidir si boicotea las elecciones, lo que favorece a Maduro; se mantiene en sus trece, firme con Yoris, un camino que no parece conducir a ninguna parte; se busca una solución alternativa en el tiempo que aún hay para la sustitución de candidatos, o, como ya propugnan algunos de sus partidarios hartos del desastre chavista, toma públicamente la calle de en medio, que se llama Manuel Rosales, a quien posiblemente ha acomodado a su antojo el autócrata que gobierna el país, que «no respeta ni las leyes democráticas más elementales», como afirma el veterano ex presidente de Uruguay Jose Mujica, antiguo aliado del chavismo.
Los gobiernos de Argentina, Perú, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Costa Rica, República Dominicana y Guatemala, han manifestado una «seria preocupación» por la cerrazón del régimen venezolano a la candidatura de Yoris. Chile guardó silencio, lo mismo que el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, pese a haber perdido a Machado «dejar de llorar» y escoger sustituto, como hizo él en 2018 impedido de ser candidato por el proceso que le llevó a la cárcel. Justo eso fue lo que hizo la venezolana mientras Lula se mantiene fiel a una dictadura con la que él Compadre desde los viejos tiempos de Chávez. ✅
PE.- Brasil y Colombia han expresado su malestar por lo sucedido y han desatado las iras de Caracas, que echó contra ambos sapos y culebras. Del continente americano unicamente Maduro han obtenido el apoyo entusiasta de Nicaragua y tibio de Cuba.
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